Por Octavio Enríquez y Moisés Martínez
Henry Ruiz, comandante de la revolución.
[/doap_box][doap_box title=”El comandante de la fortuna sin rastro” box_color=”#336699″ class=”aside-box”]
Según la declaración de probidad, que cita datos de 2002, tenía 217,943 dólares. El comandante de la fortuna sin rastro. Los únicos datos consignados son las siete propiedades adquiridas a finales de su primer gobierno (1990), entre ellas las casas de la Secretaría del Frente Sandinista, en los años de la “piñata”. Desde que inició su segundo mandato en 2007 se ha conocido de la compra de tres fincas en El Crucero. Una bautizada como Santo Domingo, de 196 manzanas, que la familia presidencial compró en 33,810 dólares a Miguel Ángel Caligaris, con las que sumaron 250 en la zona del boquete hacia adentro, pues tenían una propiedad colindante. Está a nombre de la primera dama Rosario Murillo, igual que otra conocida como La Chunga, en el barrio El Chorizo, comprada a la familia de Roger Etienne en 19,000 dólares. Si bien Ortega reconoció que tenía una camioneta Mercedes Benz valorada en 32 mil dólares, en su declaración de probidad, en 2006 un reportaje de LA PRENSA demostró que otras dos camionetas de las que usa estaban a nombre de la diputada Rita Fletes y del empresario sandinista Ajax Delgado, cercano al asesor económico de la Presidencia, Bayardo Arce Castaño.
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III Entrega y final
Paul Oquist es un estadounidense, pero no de aquellos que odia el presidente Daniel Ortega. Este sí es de su agrado. Además de ser su secretario de Políticas Públicas, es su mago de los números. Cada vez que habla, Nicaragua pinta para el país una bonanza y prosperidad económica que se desvanece cuando el funcionario cierra la boca. Y su tema favorito son los milagros económicos supuestamente causados por los efectos de la Alianza Bolivariana de las Américas (Alba).
“El Alba es la transformación de Nicaragua entre el 2007 y el 2011. Es para lograr reducir la pobreza y la desigualdad en Nicaragua y en toda América Latina. Precisamente, la base de esa trasformación de Nicaragua, de ese crecimiento, está en el modelo del Alba”, dijo hace pocos días al Canal 13 de Televisión, una de las empresas de comunicación que forman parte ahora del pujante patrimonio de la familia presidencial, gracias al acuerdo petrolero con Venezuela.
El funcionario de origen estadounidense se ha caracterizado por ser uno de los mayores entusiastas de la forma de gobernar del presidente Ortega. Pero su entusiasmo tambalea cuando al revisarse las mismas cifras oficiales del gobierno es evidente que los recursos del Alba no corren hacia donde deberían, sino que la mayor parte del caudal termina quedando en las inmediaciones del Reparto El Carmen, donde vive y desde donde ejerce el poder el presidente Ortega.
El economista Adolfo Acevedo es un acucioso estudioso del desempeño del financiamiento venezolano. Fue uno de los primeros en celebrar que gracias a la presión del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el gobierno tuvo que tragarse su política de censura informativa y publicar los resultados de Encuesta Nacional de Medición de Vida (ENMV) del año 2009.
El resultado de su análisis sobre estos datos recabados por el gubernamental Instituto Nacional de Información para el Desarrollo (Inide), es contundente: “Solo el 12.5 por ciento de la población dice haber sido beneficiaria de los programas sociales del gobierno que aquí se mencionan. El 87.5% de la población dice no haber sido beneficiaria. Los programas que aquí se mencionan son, por un lado, seis programas “insignia” financiados por Alba Caruna (Usura cero, Hambre cero, Calles para el pueblo, Viviendas dignas, Operación milagro y Operación sonrisa) los cuales, según la encuesta, solo habrían beneficiado, entre todos ellos, al uno por ciento de los hogares. Esta baja cobertura es consistente con el hecho de que, como hemos visto, son programas relativamente pequeños”, cita el análisis de Acevedo, hecho a solicitud de LA PRENSA.
COBERTURA SE CONCENTRA EN ZONAS URBANAS
“Por otro lado, la mayor parte de la cobertura (el 93 por ciento de los hogares del 12.5 por ciento que dice haber sido beneficiaria) corresponde fundamentalmente a programas tradicionales (que ya existían desde antes) y que son financiados por el Presupuesto General de la República (jornadas de vacunación, mochila y merienda escolar). Los hogares beneficiarios están altamente concentrados en las zonas urbanas (61.7 por ciento), sobre todo en Managua (26.4 por ciento) y en la población catalogada como no pobre (64.9 por ciento). La menor cobertura se produce en las zonas rurales y en los hogares pobres extremos, de los cuales solo el 10 por ciento de ellos habría sido beneficiario (los que más necesitarían apoyo de estos programas)”, añade.
El análisis de Acevedo destaca que el impacto de la cooperación petrolera por lo menos para el 2009 es tan pequeño que podría ser cubierto con los índices de sobrerrecaudación tributaria alcanzado por el gobierno orteguista.
“La recaudación fiscal del sector público ha alcanzado un nivel tal que, aun si la cooperación petrolera cesase de existir, el sector público nicaragüense todavía dispondría de recursos, entre ingresos fiscales y cooperación tradicional, que serían un 53.5 por ciento superiores a los que tuvo disponibles en 2007. Los incrementos en el nivel de recaudación permitirían que el gobierno asumiese estos programas, a partir de 2012 a través del Presupuesto Nacional, de manera que los mismos no tendrían necesariamente que desaparecer, en caso de que se suspendiese la cooperación petrolera”, enfatiza.
Esta semana una serie de investigaciones de LA PRENSA revelaron lo que hasta podría ser el bien más preciado del holding de empresas de la familia presidencial, la Distribuidora Nicaragüense de Petróleos (DNP), una distribuidora de combustible que era arrendada al consorcio suizo Glencore y adquirida con el dinero del acuerdo petrolero con Venezuela. Es “administrada” por Yadira Leets Marín, esposa del hijo mayor del presidente, Rafael Ortega Murillo, y su inscripción fue hecha por dos históricos empleados del mandatario, José Mojica Mejía y José María Enríquez.
EL DINERO LOS CAMBIÓ
La voracidad mostrada por la familia presidencial contrasta con el discurso de humildad y pobreza que abarrota la propaganda del régimen orteguista. Desde la perspectiva de Henry Ruiz (Modesto), comandante guerrillero de la lucha en contra la dictadura somocista, esto no es de extrañarse, ya que lo que menos tiene el presidente Ortega y su gobierno es de revolucionario.
“Ellos desde hace tiempo que dejaron de ser revolucionarios, aunque francamente lo dudo de que hayan sido genuinos revolucionarios, por las actitudes que han tomado ahora. A ver, un tipo limpio en la definición revolucionaria era el Che Guevara, un personaje desprendido de todo, y estos quieren caminar a la par de estos grandes santos revolucionarios para decir que son parte de este santoral, y de esta forma confundir a la gente”, opinó Ruiz al ser consultado.
Ruiz dice que en ese sentido, se tiene que estar más claros de lo que en realidad representa el presidente Ortega, su familia y el círculo de poder que lo rodea. Muchas cosas, pero nunca revolucionarios. “Ya no hay que seguir con ese discurso, refiriéndose a ellos como revolucionarios. Hay que acusarlos por lo que son; por usurpadores, por ladrones, por estafadores, porque abusan del poder político”, afirma el comandante guerrillero. La indignación del antiguo combatiente es evidente ante esta distorsionada nueva etapa de la revolución, que se vive en Nicaragua.
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