Quizás una de las ideas más añejas y que data de los albores de la industria es que las consolas solo las poseen los infantes, pero es complemente falso.
La evolución a nivel argumental y gráfico ha atraído a nuevas huestes de jóvenes entusiastas ,quienes reunidos con los nostálgicos veteranos que crecieron con Nintendo, han esculpido el perfil del jugador contemporáneo actual, cuya edad promedio asciende a los 37 años, dato provisto por la Entertainment Software Association.
Quizá para muchos el mencionado número parezca inverosímil, pero es un hecho certificado y no resulta tan raro si se piensa que quien era niño y jugaba en los ochenta, hoy es un adulto independiente con otra mentalidad, con ingresos propios y que ya no tiene que recurrir a sus padres para darse los gustos de entretenimiento que más le placen; de hecho, la edad del comprador estándar es todavía más alta: 41 años.
En otras palabras, tal como ese niño de los ochenta creció y cambió, así también la industria del videojuego se ha desarrollado y ha madurado para brindar un repertorio de experiencias, que además de apelar al público infantil, también busca satisfacer el gusto de los jóvenes adultos.
Por ello, decir que los videojuegos son cosa de niños es hoy, más que nunca, una percepción anacrónica y equivocada.
Ver en la versión impresa las páginas: 9 B