Ramón H. Potosme
Once de la mañana. Por si todavía los legisladores están cansados de tanto trabajo es hora de que estén en mera faena.
El plenario gris tiene un olor a cigarro, aunque es área de no fumar. Mala suerte; no veo ningún elegido a quien entrevistar. Entonces me dirijo a las 15 comisiones parlamentarias.
En la de la entrada, la diputada Irma Dávila no llegó y cualquiera de los días siguientes si no la encuentro a ella, menos a otro de esa misma comisión. ¿Será que trabajan en sus casas?, pensé. Uno de los asesores de comisiones dice que todo el trabajo lo envía a los correos electrónicos o a las bancadas. En la tercera puerta, la Comisión de Salud, no hay nadie. Sigo caminando y veo lo mismo.
En la comisión de Gobernación se respiraba paz, tanta que la puerta se negó abrirse (seguro estaba enllavado porque no he de suponer que el lunes no había nadie trabajando).
La última era la Comisión de Probidad; qué aburrido, mejor ni fui. Subo al quinto piso del antiguo Banco de América, a la del Frente Sandinista que tiene 63 diputados. Una linda sonrisa me dice que no hay nadie y que se reúnen en la Secretaría.
Bajo al tercer piso, al de la Bancada Democrática Nicaragüense (BDN) y me encuentro en la sala con el diputado Adolfo Martínez Cole, ahí también estaban Luis Callejas e Indalecio Aniceto Rodríguez, tres de 26. Es decir, el 11.5 por ciento, llevan la delantera. Debo confesar que los viernes o lunes también llega a laborar el diputado Jaime Morales Carazo.
El viernes en el parlamento el escenario es similar. Tanta laboriosidad me recuerda la canción de primaria sobre los días de la semana que decía que el domingo es el día de reposo y el lunes es el día siguiente.
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