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“Me encanta decirle todo el tiempo a mi hijo que lo amo. Me gusta que sea un niño estudioso con ansias de aprender y de superarse. Pero ante todo me gusta que sea generoso con sus semejantes”.

Daysi Masís

Físicamente, Daysi Masís Muñoz, de 33 años, es una mujer guapa. De contextura menuda, cabellera larga y lacia. Ella posee un espíritu emprendedor y altruista que la ha llevado a construir sonrisas como voluntaria desde hace cinco años de Operación Sonrisa y desde hace dos en el Programa de Labio y Paladar Hendido de la Asociación pro Niños Quemados de Nicaragua (Aproquen).

Auxiliadora Rosales /Fotos: Alfredo Zúniga.

Físicamente,  Daysi Masís Muñoz, de 33 años,  es una mujer guapa. De contextura menuda, cabellera larga y lacia. Ella posee un espíritu emprendedor y altruista que la ha llevado a construir sonrisas como voluntaria desde hace cinco años de  Operación Sonrisa  y desde hace dos  en el Programa de Labio y Paladar Hendido de la Asociación pro Niños Quemados de Nicaragua (Aproquen).

Cada mañana sus beneficiarios son niños con malformaciones congénitas en el paladar y labio fisurado o hendido, que provienen de familias humildes y de diferentes zonas del país.  Su  labor humanitaria es integral y va más allá de las intervenciones quirúrgicas. Ella está con los niños desde que nacen hasta los 13 años y asume la responsabilidad de colocar una placa de acrílico que les permite corregir el labio y el paladar del bebé. La placa de crecimiento se coloca en el paladar  y le sirve al niño para que pueda alimentarse mejor, debido a que se cierra el paso del aire que existe entre la nariz y la boca. Eso permite que el niño pueda succionar el biberón que antes no podía. De esa forma, los niños se pueden alimentar, evitan la desnutrición y se preparan de mejor manera para resistir, por lo menos, unas seis intervenciones quirúrgicas a las que serán sometidos a lo largo de sus vidas.

“Veo a los niños desde que nacen y les doy atención consecutiva cada 15 días, porque hay que modificarles el crecimiento de la plaquita del maxilar superior. Creo que los niños con esta malformación deben tener un tratamiento completo para darles la posibilidad de que se desarrollen en la sociedad  como cualquier persona, que tengan la oportunidad de estudiar y  que no tengan vergüenza de hablar. Si se atiende  esta malformación desde el nacimiento, puede corregirse”, expresa la odontopediatra.

UN PROCESO DE AÑOS

Daysi cuenta que  los niños con esta enfermedad enfrentan la primera cirugía a los tres meses de edad.  “Primero se opera el labio, luego, cuando cumplen el año, se opera el paladar. Posteriormente,  a los siete años, se someten a otra cirugía denominada alveoloplastia, que es la reconstrucción de un alvéolo mediante la cirugía plástica, usualmente con un injerto o implante. Luego, para cerrar esa brecha, están las cirugías estéticas, como el levantamiento de nariz, porque a veces hay dientes retenidos en el maxilar superior”.
Daysi asegura que permanece con los niños hasta que cumplen 12 años, es decir, en su etapa de crecimiento para estimular el desarrollo de ese hueso de la cara, de lo contrario no se desarrollaría bien.
Posteriormente, pasan a la etapa de ortodoncia, que consiste en colocar los frenillos. En el paciente con paladar hendido esto es una necesidad, ya que se continúa corrigiendo el crecimiento de los huesos de la cara, lo cual le permitirá un perfil  normal”.

ALTRUISTA DESDE NIÑA

La ayuda y dedicación a los demás ha estado presente en la vida de  Daysi Masís desde su infancia, cuando paralelo a sus clases de ballet trabajaba como traductora de brigadas médicas que llegaban al país. “Siempre he estado involucrada en ayudar a los demás. Recuerdo que  a los 12 años trabajé como traductora de Healing the Children, una brigada médica que realizaba operaciones en Nicaragua”. Los conocimientos que Daysi adquirió en su especialización  y su experiencia en su voluntariado enriquecen las cátedras que brinda a los alumnos de quinto  año de Odontología de la UAM.

 “Trabajo con los alumnos de quinto año de la UAM en la parte de clínica. Como catedrática lo que más me gusta es haber establecido una relación entre los estudiantes y el voluntariado. Eso es  brindarle al estudiante no solo una  formación científica, sino también  humana”.

SOBRE LA BASE DEL AMOR

Daysi Masís ha forjado 10 años de matrimonio junto al doctor Mauricio Urtecho, con quien ha procreado a Rafael de 8 años.
“Lo más difícil que he vivido en mi matrimonio fue la separación que tuvimos cuando me fui a Argentina a realizar mi especialidad. Tuve que dejar a mi niño de un año, pero sabía que debía hacerlo”.
Daysi y Mauricio son rivenses y se conocen de toda la vida. “Mi esposo y yo nos conocemos de siempre porque nuestras familias eran amigas, gracias a que yo era amiga de sus hermanas”.

Como madre se las ingenia para darle tiempo de calidad al pequeño Rafael.

“Como mi agenda  es muy ocupada, trato que Rafael también tenga su tiempo ocupado. Después que regresa del colegio, tiene actividades extracurriculares. Todos los días practica deporte y recibe clases de piano y batería. Nos encontramos en casa a las siete de la noche y me toca revisar sus tareas. Eso sí,  los fines de semana no trabajo porque le doy el tiempo que no puedo darle en la semana”.
 Para Daysi  el pilar fundamental en la crianza de su hijo es el amor. “Me encanta decirle todos los días que lo amo. Desde que se levanta, cuando lo dejo en la escuela, cuando lo recojo y en la noche. También lo impulso en la parte educativa, me encanta que sea un niño estudioso con ansias de aprender, pero también me gusta que sea generoso. Durante todo el año él llena una alcancía y al llegar la Navidad la rompe y con eso compra regalos para niños de una comunidad de Rivas”.

 Rafael también participa junto con su madre en  encuentros con niños enfermos. Muchas veces su trabajo es fotografiar y, otras, jugar con los pacientes.
 “Deseo que mi hijo llegue a ser un excelente profesional. No solo que esté científicamente  bien  preparado, sino que también se identifique  con su semejante”, agrega.

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