El universo tiene un orden maravilloso, todo tiene una función útil y necesaria; cada cosa cumple su papel en un orden preestablecido; no hay nada sin sentido y todo tiene su razón de ser.
Es admirable cómo en el espacio estelar encontramos millones de astros viajando alrededor de otros formando sistemas solares y galaxias en un cosmo en expansión al que apenas podemos asomarnos por su gigantesca magnitud. Para llegar a la estrella más cercana suponiendo una velocidad de 40 km/segundo (casi 4 veces más que las naves Apolo) tardaríamos 32,000 años.
La tierra gira sobre su eje en un ángulo de 23 grados y 27 minutos con respecto al Polo Norte en una rotación que dura 23 horas con 56 minutos y 4 segundos, lo que permite que alternemos el día y la noche con las apropiadas dosis de luz, calor, atracción del Sol y atracción de la Luna que forman las mareas, determinan los ciclos de vida de miles de especies y regulan los tiempos de actividad (los búhos y murciélagos por ejemplo trabajan de noche y duermen de día mientras otras especies hacen lo contrario). Todo guarda un equilibrio exacto.
La tierra tiene un movimiento de traslación alrededor del Sol a una velocidad de 106,200 km/h (29.5 km/s) durando 365 días con 6 horas (que se acumulan teniendo cada 4 años los años bisiestos de 366 días). La órbita de la Tierra no es circular, sino elíptica, lo que sumado a la velocidad de sus movimientos y a las distancias diferentes del Sol permite que se den las cuatro estaciones necesarias. El mínimo cambio terminaría con la vida, por lo que su maravillosa exactitud es admirable.
Podríamos hablar de las maravillas de los átomos o de la “máquina perfecta” que es el cuerpo humano. Pero analicemos algo que nos resulta molesto, feo y asqueroso: la mosca. Aún ella es útil. Forma parte de casi todos los ecosistemas en todos los hábitats terrestres. Su presencia en el medioambiente y en la sociedad humana son de importancia excepcional.
Las moscas son muy importantes en el consumo y eliminación de los cadáveres de los animales. También son esenciales en transformar la materia fecal y en la descomposición de la vegetación. Ejercen control biológico porque parasitan a distintas especies de insectos, como los chinches. Sirven como alimento para otros animales incluyendo aves y pequeños roedores, constituyendo parte importante de la cadena alimentaria. Son activas polinizadoras (se crían moscas en grandes números para polinizar girasoles en los invernaderos de Japón), también son buenas polinizadoras de repollos y de otras plantas.
Todas estas maravillas no pueden haber surgido de la nada, ni sus funciones, orden y exactitud pueden ser resultados de la casualidad. Ante esto no nos queda más que reconocer la existencia de un creador y gobernante supremo del universo: Dios. El autor es abogado y periodista
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