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Objeto de deseo

Marilyn Monroe, que de estilismos y de moda sabía mucho, decía: “No sé quién habrá inventado los tacones de aguja, pero sinceramente, las mujeres le debemos mucho”.

Carmen Martín /EFE

Marilyn Monroe, que de estilismos y de moda sabía mucho, decía: “No sé quién habrá inventado los tacones de aguja, pero sinceramente, las mujeres le debemos mucho”.

Y cierto es. Porque aún hoy no se ha inventado accesorio o complemento con la gran virtud de favorecer, estilizar y alargar las piernas de las mujeres con el poderío que lo hacen los tacones. “La mujer lleva la ropa, pero los zapatos llevan a la mujer”, afirma el diseñador francés Christian Louboutin.

“Diseño para una mujer que empieza a vestirse por los pies”, dice la prodigiosa zapatera Patricia Rosales, quien asegura que la mayoría de sus exclusivas clientas, entre ellas celebridades, princesas árabes, aristócratas europeas y la flor y nata de la sociedad rusa “eligen su estilismo en función de los zapatos”.

El calzado simboliza la libertad. Basta repasar la historia para descubrir que en la Antigüedad el tamaño del tacón marcaba la diferencia social. En opinión de Rosales, los zapatos de tacón son “una maravillosa vía para expresar la belleza, la sensibilidad y la soberanía de la mujer”.

Sin embargo, los zapatos y los pies nunca se han llevado demasiado bien. Por muy cómodo que sea el “stiletto” siempre resulta perjudicial para la salud de la espalda y de los pies, más aún cuando se lucen irresistibles diseños de 15 centímetros y punta afiladísima.

Sabemos que llevar tacones muy altos no es bueno, de hecho, resultan ser un arma letal que provoca durezas, dolor en la zona del metatarso, pinchazos, retracción de los gemelos y contracturas en la zona lumbar y la base de la columna que se sobrecargan con facilidad.

“Ir totalmente plana tampoco es muy saludable, lo ideal es escoger un zapato con cuatro o cinco centímetros de tacón”, explica la doctora Mar Mira, de la clínica Mira+Cueto.

¿POR QUÉ NO SE PUEDE VIVIR SIN ELLOS?.

Al zapatero Christian Louboutin un día le dijeron que era una auténtica crueldad y verdadera tortura que obligara a la mujer a calzarse sobre unos dramáticos tacones, pero el diseñador opina que “las mujeres no son tan estúpidas como para seguir al dictado lo que a alguien se le ocurre”.

El diseñador es consciente de que sus tacones “no son compatibles con una larga jornada de trabajo”. “Mis diseños no son para ir a la oficina, sino para que la mujer disfrute de su tiempo libre y de su vida social”, explica.

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