EFE/VIDA
Ya no quedan adjetivos para describir a Meryl Streep. Las cifras —17 nominaciones al Óscar y cuatro hijos— pueden explicar algo más, pero la que quizá sea la mejor actriz de todos los tiempos se supera a sí misma en la piel de Margaret Thatcher, con la que este año arrasa con todos los premios. En su repleta vitrina su tercer Óscar parece cantado, premio al que nunca ha dejado de optar con más de cinco años de separación, pero que no gana desde 1982.
El primero que ganó, por Kramer vs. Kramer , se le olvidó en la repisa del lavabo con los nervios. Cuando recogió el segundo, por Sophies Choice , se le cayó el discurso por el camino. Pero en esa carrera hay algo todavía más admirable que su trayectoria: su vida familiar. “Intento llevar una vida lo más normal posible.
Plancharte la ropa te ayuda a tener los pies en la tierra”, dijo en una ocasión Mary Louise Streep, esa mujer de Nueva Jersey que tiene miedo a los helicópteros y que dio a luz a sus cuatro hijos por parto natural en su casa, y está casada con Don Gummer desde 1978.
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