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Antonio Lacayo

¿Es sostenible la bonanza?

El 2011 cerró con un crecimiento económico muy bueno, y también el 2010. Han sido dos años seguidos de gran empuje en exportaciones y en captación de inversiones. La combinación de buenos precios internacionales del café, carne, azúcar, maní y oro, junto con la ayuda de Venezuela y los préstamos del BID, han traído una suerte de bonanza al país.

Esta bonanza debe mantenerse. Es más, es urgente que de cuatro por ciento de crecimiento anual pasemos a seis por ciento y luego a ocho por ciento, a como lo ha logrado China por tres décadas seguidas, y Brasil más recientemente. Solamente creciendo así Nicaragua podrá reducir la pobreza que persiste desde los años ochenta como consecuencia de la guerra y de las políticas erradas del sandinismo para la producción, las libertades públicas y la propiedad.

Pero, ¿es posible lograr crecimientos del seis y ocho por ciento si seguimos como vamos? Es más, ¿es posible incluso sostener crecimientos del cuatro por ciento si no mejoramos radicalmente algunos aspectos de nuestra gobernabilidad democrática?

Nicaragua enfrenta grandes amenazas en estos próximos dos años. Los precios internacionales de nuestros principales productos de exportación pueden volver a bajar si se desacelera la economía China como consecuencia de las dificultades que vive Europa y Estados Unidos, sus principales compradores.

Pueden también cambiar los vientos en Venezuela, país sumamente endeudado a pesar de su riqueza petrolera, y con un presidente con evidentes problemas de salud.

Y pueden también cambiar los vientos en Estados Unidos que entra ahora a un año electoral, donde el caso Nicaragua podría convertirse en un tema de campaña, corriendo el riesgo de que no nos extiendan el “waiver” y nos tranquen los préstamos del BID.

El presidente Obama, quien ha tenido una política de no mirar hacia Latinoamérica, podría incluso perder en noviembre la presidencia ante un republicano que sin duda tendría la tentación de copiar en algo a Reagan, que dividió a Centroamérica entre amigos y enemigos.

Después del colapso de las economías estatizadas, como la desaparecida URSS, ha quedado claro que la única forma de desarrollar países es en base a la captación de inversión privada directa, la cual requiere de condiciones favorables para presentarse y establecerse.

Se requiere de políticas macroeconómicas sanas. En eso estamos bien. El gobierno del presidente Ortega desde hace cinco años ha tenido claro que no se puede jugar con la estabilidad de la moneda, ni con el endeudamiento externo excesivo, ni con la propiedad privada, y que el país necesita de acuerdos con el Fondo Monetario para mantener las finanzas en orden. Y en esa materia merece un reconocimiento.

Pero para atraer inversiones también se requiere de leyes claras y estables, un sistema judicial apegado a la Constitución y las leyes, y la garantía que la autoridad competente va a hacer cumplir la ley en defensa del perjudicado en caso de violación de sus derechos, incluyendo una fuerza pública que responda al Estado de Derecho y ejecute sus mandatos o sentencias por encima de cualquier consideración partidaria. Y en este tema, hay que decirlo claro, el presidente Ortega ha estado lejos de lo deseable.

Sin ánimo de alterar aún más la Constitución Política que debería ser sagrada, quizás valdría la pena considerar la conveniencia de no tener ningún nuevo proceso electoral mientras no se implementen las recomendaciones más importantes de la OEA y la Unión Europea en cuanto al Consejo Supremo Electoral, como mínimo.

En este sentido muchos se preguntan qué perdería el país, y qué ganaría, posponiendo para 2013 las elecciones municipales que están programadas para 2012, a fin de dedicar este año a la impostergable tarea de cambiar lo que haya que cambiar en dicho Consejo.

Los nicaragüenses debemos generar confianza y seguridad en la mente de los inversores potenciales, sean nacionales o extranjeros, para lo cual es indispensable que enfrentemos esta nueva etapa en nuestra historia logrando un consenso sobre lo electoral y otros importantes asuntos nacionales, como la educación, la justicia y el imperio de la ley.

Lo peor es no hacer nada, y quedarnos esperando que las amenazas que se ven en el horizonte nos devuelvan al pie de la colina, que con tanto esfuerzo hemos venido subiendo desde 1990. El autor es ingeniero.

Opinión

COMENTARIOS

  1. Sandino
    Hace 12 años

    Si pero las empresas son de Ortega y sus allegados osea la bonanza no las mira el pueblo solo las cuentas bancarias de Ortega y familia son las que se agrandan, si no por que tanta hambre y desempleo?
    ahora generar confianza es lo menos que hace Ortega cuando ya comienza con su vorazidad a regalar lo que no es de el y confiscar a su gusto y antojo la propiedad privada. de mi parte que se cancele el waiver, Ortega dice que no necesita de limosnas pues tiene el y su familia lo que Chavez les da.

  2. observador
    Hace 12 años

    esta equivocado el Ingeniero Lacayo. La propiedad privada no ha sido respetada. Solapadamente le han ido metiendo la mano año con año.Este avance el avance debajo de la falda ha sido mayor.

  3. el agricultor
    Hace 12 años

    lacayo. Estas orinando fuera del guacal. Las riquezas estan en manos de los lacayos de ortega. La situacion de nicaragua se resuelve si todos vamos a manifestarnos como sucedio en Islandia. lea el articulo de Sergio ramirez publicado hoy.

    He tratado de trabajar en con unos amigos para producir y vender y nadie da prestamos para la agricultura, pues todos, aunque no la debamos, estamos pagando las estupideces de daniel cuando alento a los no pago a no pagar. De alli todos estamos coloreados

  4. Juan R Pèrez
    Hace 12 años

    Lacayo esta equivocado con un presidente que arrasa con la propiedad privada, el estado de derecho, que juega a su gusto con el COSEP que son los nuevos zancudos, que amenaza, ejecuta a su gusto y antojo no se puede confiar. Ya lo decìa el Che”al imperialismo, no hay que creerle ni un tantito asi”. Aunque sea duro decirlo. La ùnica alternativa es sacar a Ortega del poder pero ahora de verdad y luego pensar en los sueños no realizados.

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