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Familiares de algunos reos que murieron debido al incendio en la Granja Penal de Comayagua, forman una fila para poder realizarse exámenes de ADN, que puedan ayudar a la identificación de sus familiares, en el Instituto Nacional de Formación Profesional (INFOP), en Tegucigalpa. Expertos de Perú se sumarán al equipo forense internacional que ayuda a las autoridades del país centroamericano en el reconocimiento de las 356 personas que murieron en el incendio del penal. LA PRENSA/EFE/Gustavo Amador

Honduras empieza a enterrar sus muertos de la tragedia del penal

Hasta este viernes, tres días después del mortífero incendio del penal, ubicado 90 km al norte de la capital, Medicina Forense había entregado 15 cadáveres identificados en la morgue de Tegucigalpa, en un proceso que avanza lentamente debido a que muchos cuerpos están calcinados.

TEGUCIGALPA/AFP

Familiares de algunas víctimas del incendio de la cárcel hondureña de Comayagua comenzaron este viernes a darles sepultura en sus pueblos de origen, en medio del duelo nacional por la tragedia que dejó 356 muertos, constataron periodistas de la AFP.

Hasta este viernes, tres días después del mortífero incendio del penal, ubicado 90 km al norte de la capital, Medicina Forense había entregado 15 cadáveres identificados en la morgue de Tegucigalpa, en un proceso que avanza lentamente debido a que muchos cuerpos están calcinados.

Dos las víctimas, identificadas como Marvin Muñoz (24) y Marco Suazo (23), fueron enterradas en una colonia marginal del noroeste de Tegucigalpa. Y en la ciudad de Talanga, 50 km al noreste de la capital, Trinidad Varela, de 60 años, velaba al cuerpo de su hijo Edwin Ortega, de 28 años.

“Eso no se puede quedar así porque es un crimen bárbaro”, afirmó a la AFP la mujer, al tiempo que responsabilizó a la policía de la muerte de los reos porque -según ella- en el momento del incendio nadie les abrió las celdas. Mientras unos enterraban a sus muertos, otros, desesperados, dolidos, agotados y mantenidos a la distancia por el fuerte olor que sale de la morgue, aguardaban la entrega de los restos de sus familiares.

Unas 30 personas abrían fosas en el humilde cementerio de Comoyagua, a la espera de que lleguen los primeros cuerpos de los reos oriundos de esa ciudad. “No tengo palabras, se siente dura esta espera, no sabemos cuándo nos van a entregar el cuerpo, pero, de todos modos, ya queda hecha la fosa para que lo enterremos”, dijo Javier Rodríguez, quien, pico y pala en mano, preparaba la tumba donde sepultará a su hermano Melvin.

A pocos metros, al pie de otra fosa, Idalia Bulnes lloraba la muerte de su hermano. “Ya él se murió, pero por justicia deberían decirnos a todos los que perdimos a alguien en ese incendio qué es lo que pasó, hoy nos toca esta larga espera para enterrarlos y no vamos a poder ni despedirnos de sus restos como Dios manda”, dijo a la AFP.

El presidente Porfirio Lobo lamentó el miércoles la tragedia y decretó luto nacional, al tiempo que anunció una investigación “transparente”. Además, prometió ayuda para el transporte de los cuerpos a fin de que las familias les den “cristiana sepultura” en sus pueblos de origen.

Las autoridades de salubridad han dado la orden a los familiares de las víctimas de sepultarlos de inmediato para evitar la propagación de enfermedades. Expertos de Estados Unidos y otros países se sumaron este viernes a las investigaciones de las causas del incendio ocurrido entre la noche de martes y madrugada de miércoles, en lo que constituye una de las mayores catástrofes carcelarias del mundo.

Internacionales Honduras incendio Penal archivo

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