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Luis Sánchez Sancho

La musa Erato y la poetisa Safo

Luis Sánchez Sancho

 La celebración del octavo Festival Internacional de Poesía de  Granada, Nicaragua, me motiva a escribir un poco sobre Erato, la musa de la poesía, y Safo, la insigne poetisa  de la antigua Grecia  a quien el filósofo Platón llamara “décima musa”. Décima, porque eran nueve las musas, o sea las deidades que representaban la inspiración de los poetas y los artistas en los diversos géneros.

 Erato, igual que sus ocho hermanas, era hija de Zeus, dios supremo del Olimpo,  y Mnemosine,  diosa de la memoria y del olvido. Hesíodo, el ilustre poeta de la antigüedad griega  que en su obra Teogonía narra el origen de los dioses y las diosas, cuenta que las nueve musas nacieron en el monte Pierio de los amores de Zeus con Mnemosine: “Nueve noches se unió con ella el prudente Zeus subiendo a su lecho sagrado, lejos de los inmortales. Y cuando ya era el momento y dieron vuelta las estaciones, con el paso de los meses, y se cumplieron muchos días, nueve jóvenes de iguales pensamientos interesadas solo por el canto y con un corazón exento de dolores en su pecho, dio a luz aquella (Mnemosine), cerca de la más alta cumbre del nevado Olimpo”.

 Las musas  integraban el cortejo de Apolo y a veces  subían al Olimpo para entretener a  los dioses con sus artes maravillosos. Ellas solían vivir en el monte Helicón, o en el Parnaso, junto a la fuente de Castalia, de cuyas aguas sagradas bebían los poetas,  músicos y otros artistas para inspirarse y componer sus bellas creaciones.
 A Erato, la musa que inspiraba la poesía lírica y amorosa, se le representaba —según dice el mitólogo francés Juan Humbert—  “coronada de mirto y rosas, llevando en la mano derecha un laúd, instrumento de varias cuerdas por ella inventado, o una flecha. A sus pies… dos tórtolas picoteando y a un lado un Amor (Cupido) alado provisto de un arco, un carcaj o una antorcha encendida”.

 En lo que se refiere a Safo, la gran poetisa griega   nació en la isla de Lesbos. Vivió en  Mitilene, principal ciudad de la isla, salvo un breve período cuando  tuvo que exiliarse en Siracusa debido a las persecuciones políticas que sufría su familia.

 Safo creó y dirigió un centro  para la educación artística de jóvenes casaderas, de algunas de las cuales, según se cuenta,  se habría enamorado. De allí, y debido a  que Safo era nativa de  Lesbos, se acuñó el concepto de lesbianismo para denominar la relación amorosa sexual entre mujeres. “De ella ver quisiera su andar amable/. Y la clara luz de su rostro antes/ que a los carros lidios o a mil guerreros/ llenos de armas…”, escribió Safo en uno de sus poemas más conocidos,  de los pocos que los investigadores lograron encontrar y reconstruir.

 Sin embargo, alrededor de Safo hay  una hermosa aunque trágica leyenda, según la cual en realidad  ella se habría enamorado de un varón, llamado  Faón, quien no correspondió a su amor  y fue eso lo que causó  su muerte prematura.
 Desesperada por el desprecio del frívolo Faón, Safo fue a Léucade, una isla donde había un famoso peñón desde el cual se arrojaban los amantes no correspondidos, para suicidarse por culpa del desamor. Y allí Safo puso fin a su existencia,  que para ella no tenía sentido  si no la podía compartir con Faón.

Columna del día Opinión
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