El incendio carcelario más mortífero ocurrido en un siglo centró la atención en el fenómeno de las pandillas callejeras, exportado de Estados Unidos a Centroamérica.
Las prisiones del istmo están llenas de presos que pertenecen a pandillas con raíces en el sur de California, cuando refugiados de las guerras civiles de la región se inclinaron por un nuevo tipo de violencia en Los Ángeles.
Cuando EE. UU., aceleró las deportaciones de delincuentes en la década de 1990, llevaron sus brutales hábitos a El Salvador, Guatemala y Honduras, donde había escasa presencia policial y un sistema penitenciario inadecuado.
Alberto Mendoza, de 32 años, un inmigrante sobreviviente del incendio, y que dijo ser parte de la pandilla 18th Street, expresó que los miembros de esta y la Mara Salvatrucha (MS-13) se llevaban bien en prisión.
La MS-13 tiene de 30,000 a 50,000 miembros en el mundo, y la 18th Street tiene el mismo número en EE. UU., según el FBI.
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