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Gary Carter no se rendía

A través de la historia, el beis bol ha contado con receptores excepcionales como Johnny Bench, bateadores como Mike Piazza, precisos tirando a las bases como Iván Rodríguez y duraderos como Carlton Fisk, pero pocos jugaron con tanto fuego dentro como Gary Carter.

Edgard Rodríguez /Zona de Strikes

A través de la historia, el beis bol ha contado con receptores excepcionales como Johnny Bench, bateadores como Mike Piazza, precisos tirando a las bases como Iván Rodríguez y duraderos como Carlton Fisk, pero pocos jugaron con tanto fuego dentro como Gary Carter.

Cuando los adjetivos se agotaban para elogiar su estupendo desempeño detrás del plato, entonces comenzaron a llamarlo el cácher más cácher. Y lo era. Pero además de mostrar pasión y liderazgo, Carter resultó un productivo bateador que dejó huellas en el beisbol.

Fallecido el jueves a sus 57 años, víctima de tumores cancerosos en su cerebro, Carter deja un consistente recuerdo por su gama de habilidades como recibidor, pero también preciso en la conducción del picheo, potente en sus tiros y feroz con el madero entre sus manos.

En una época distante de los esteroides y en la que con raras excepciones los receptores podían sostenerse solo a través del guante, Carter emergió como un bateador de calibre y receptor admirable. Ganaba guantes de oro y bateaba en el medio de las alineaciones.

Cuando subió a las Mayores, en septiembre de 1974, su primer jonrón lo disparó contra el zurdo Steve Carlton, a quien le conectaría otros diez más, para convertirlo en su principal cliente. Al final, se retiró con 324 estacazos, 1,225 remolques y promedio de .262.

Carter remolcó más de 100 carreras en cuatro ocasiones, nueve veces superó la frontera de los 20 jonrones y fue a 11 Juegos de Estrellas, mientras participaba como cácher en 2,056 partidos, aspecto en el que es superado solo por Rodríguez, Fisk y Bob Boone.

Formado en un contexto difícil en su infancia, la situación para Carter se agravó ante la muerte de su madre, cuando él tenía 11 años. Debía realizar trabajos duros para conseguir lo que quería, pero eso forjó su carácter y dio el chance de verlo en todo su esplendor.

En su carrera, Carter disparó 2,092 hits, pero el más valioso lo dio en el sexto juego de la Serie Mundial de 1986, cuando su sencillo con dos outs en el décimo inning levantó el voltaje a los Mets, en ruta a una de las remontadas más espectaculares.

“Yo no seré el último out de la Serie Mundial”, dijo. Y cumplió con hit. Kevin Mitchell dio otro y Ray Knight uno más, lo que dio chance a que bateara Mookie Wilson para el error de Bill Buckner y el triunfo de los Mets.

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