El jueves de esta semana la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), condenó al régimen de Bashar al Assad por la criminal represión masiva e indiscriminada que está perpetrando contra el pueblo de Siria, y respaldó el plan de la Liga Árabe que insta al dictador a dejar el poder para que se restablezca la paz y se inicie en ese país de Oriente Próximo una transición hacia la democracia.
La resolución de la ONU fue aprobada con 137 votos a favor, 12 en contra y 17 abstenciones. Los países cuyos representantes votaron contra la resolución y por lo consiguiente apoyan la permanencia de Al Assad en el poder y la represión genocida que se está perpetrando contra el pueblo sirio, fueron China comunista, Rusia, Bielorrusia, Irán, Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Zimbabwe, la misma Siria y Nicaragua. Es decir, países que están dominados por dictaduras y regímenes totalitarios de diverso signo o que por motivos geopolíticos, ideológicos o económicos, apoyan y defienden al tirano genocida de Damasco.
En el caso de Nicaragua, llama la atención que su gobierno vote contra el pueblo de Siria y en defensa de un gobierno que está bombardeando las ciudades y causando una gran mortandad entre su propio pueblo, con tal de mantenerse a cualquier precio en el poder. Muchos se preguntan: ¿cómo es posible que el gobierno de Nicaragua, cuya población se alzó en armas contra la dictadura y fue víctima de bombardeos genocidas, vote a favor de un dictador criminal que es igual o peor que Somoza? Y, ¿cómo se explica que un gobernante que se dice revolucionario, el cual fue uno de los líderes de la lucha armada por el poder que motivó la feroz respuesta represiva de la dictadura somocista, se ponga ahora del lado del Somoza de Siria, de un dictador como Bashar al Assad que inclusive es peor que los dictadores somocistas y cualquiera de todos los demás dictadores que ha habido en América Latina?
La respuesta o explicación es sencilla. Daniel Ortega no luchó contra la dictadura somocista para que en Nicaragua hubiera libertad y democracia. Ortega luchó para tomar el poder e imponerle al pueblo nicaragüense una dictadura igual o peor que la de los Somoza. De allí que Ortega se alineara en los años ochenta con los regímenes totalitarios, comunistas y tercermundistas, y que se alinee en la actualidad con Estados fallidos y gobiernos forajidos, como el de Bashar al Assad en Siria.
Ahora bien, la prensa internacional ha reportado que el jueves de esta semana Nicaragua votó en las Naciones Unidas en defensa de Al Assad y en contra del pueblo de Siria. Pero eso no es cierto. No fue Nicaragua sino el representante de Daniel Ortega quien votó de esa manera. Los nicaragüenses que han sufrido terribles represiones de las dictaduras no pueden respaldar ese vergonzoso voto en la ONU. Por el contrario, son solidarios con el pueblo sirio y esperan que su heroica lucha culmine pronto con el derrocamiento de Bashar al Assad.
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