DAMASCO/AFP/EFE
Veinticuatro civiles sirios y dos periodistas fallecieron ayer en Baba Amr, un barrio en Homs, ciudad bombardeada desde el 4 de febrero, y donde el principal grupo opositor ya no descarta la opción de una intervención militar para poner fin a la represión.
Los dos reporteros; la estadounidense Marie Colvin, del semanario británico Sunday Times, y el francés Rémi Ochlik, de 28 años, fotógrafo de la agencia IP3 Press, murieron en el bombardeo de un apartamento transformado en “centro de prensa” por los periodistas, indicaron activistas sirios.
“Otros tres o cuatro periodistas extranjeros también resultaron heridos“, declaró el militante Omar Shaker en Baba Amr, contactado por Skype.
Colvin era una veterana de la información de guerra y una representante de la vieja escuela a la hora de hacer periodismo; siempre desde primera línea. Colvin llevaba un parche negro desde que, en 2001, perdió el ojo izquierdo al ser alcanzada por una granada mientras informaba de la guerra en Sri Lanka.
Por su parte Ochlik, era, según sus compañeros, un profesional de gran talento y un apasionado por su oficio, que quería ejercer siempre “cerca de la noticia”. Ganó el World Press Photo 2012 por sus reportajes en Libia.
Estados Unidos calificó la muerte de los reporteros de “nuevo ejemplo de la brutalidad desvergonzada del régimen de (el presidente Bashar al) Asad”. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, dijo que esto “demuestra que ahora ya basta, este régimen tiene que irse”, y la Unión Europea condenó enérgicamente “estos crímenes”.
Pero las autoridades sirias declararon “no estar al tanto” de la presencia de los periodistas, que entraron al país clandestinamente dadas las restricciones drásticas impuestas a la prensa.
El presidente ruso, Dimitri Medvedev, abordó por teléfono con su homólogo iraní, Mahmud Ahmadinejad, la situación en Siria, y ambos se pronunciaron en contra de toda injerencia, anunció el miércoles el Kremlin, citado por las agencias rusas.
“Los dos dirigentes convinieron en que el objetivo principal actual, incluso lo hecho en el marco de las organizaciones internacionales, y antes que nada en la ONU, es impedir el desencadenamiento en el país de una guerra civil que pueda desestabilizar la situación en toda la región“, subrayó el Kremlin.
7,600 muertos, en su mayoría civiles, registra el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), desde que comenzó la represión del régimen de Bashar al Asad, en marzo de 2011. La ONU calcula que los muertos son al menos cinco mil.
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