Zona de Strikes
De acuerdo con expertos en la historia del beisbol nacional, Jorge “Conejo” Hernández y Julio “Canana” Sandoval, fueron los primeros receptores de calibre que tuvo el beisbol nicaragüense.
Y la mayor parte de conocedores del juego coincide en que Vicente López ha sido el más grande referente entre los cácheres producidos en nuestro país. A él, nadie le pone un pie adelante. Al menos hasta ahora.
Ni siquiera este durable y consistente Marlon Abea, quien el pasado domingo ingresó al selecto club de bateadores de 1,500 hits, con lo que dio más brillo a su extraordinaria carrera.
Aquí ha habido receptores de brazo potente como Julio Vallejos, inteligentes conduciendo el picheo como César Chavarría, astutos como José del Carmen Barberena, bateadores respetables como Tomás Guzmán y hasta veloces en las bases como Adolfo Matamoros.
La mezcla de la mayoría de esos ingredientes se juntó en Vicente, cuyo liderazgo y carácter le permitieron convertirse un jugador de enorme influencia y especial simpatía.
Ahora, al menos para mí, el que le sigue a Vicente es Abea. Marlon ha sido más que un jugador longevo. Ha sido productivo y con habilidad para lucirse en momentos cumbres.
Su defensa ha sido sólida, su brazo muy certero y su picardía un valioso ingrediente adicional. Abea es además un bateador de .316 de por vida, con 1,501 hits en 4,751 turnos en su carrera.
Entre los cacheres, es líder en hits (1,501), dobles (293), remolques (886) y jonrones (132). Y todo eso lo ha hecho desde una posición demandante y desgastante como la receptoría.
Y lo que es mejor, Abea, quien va en ruta a los 42 años, no da señales de declive y su entusiasmo parece intacto. Cuando decida irse, dejará valiosas huellas por su pasión y talento.
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