Noelia Sánchez Ricarte
No había mejor momento que aquella noche. Casi todos los pobladores de la comunidad indígena de Los Ramos esperaban con ansias que el agua del Gran Lago, que apenas tienen a unos tres kilómetros, llegara a dos tanques de almacenamiento que luego “regarían” el ansiado líquido a 133 familias, 876 personas.
El intento fue fallido, pues la potencia de la energía al parecer no era suficiente para levantar la bomba que succionaría el agua de un pozo cercano al lago y finalmente esta se apagó.
Desde ese septiembre, del año pasado, todas las familias de este lugar ubicado en Altagracia, Isla de Ometepe, siguen la misma rutina. Algunos se levantan de madrugada a bañarse al lago y para lograrlo deben caminar unas dos horas sobre un camino lleno de pendientes y enormes piedras. Otros utilizan bueyes para trasladar hacia sus hogares algo de agua en pichingas.
Todo el dinero que recolectan a través de sus bailes y presentaciones artísticas forma parte de un fondo común que han utilizado en la puesta en marcha del proyecto de agua.
Nadie devenga salario en este grupo compuesto por 31 personas y todos trabajan por “la necesidad más grande de toda la comunidad que es el agua”.
Reciben por ejemplo la visita de turistas canadienses a los que cobran 50 dólares por la presentación de una hora, a través de las cuales recrean la historia de sus ancestros.
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Desde ese momento los pobladores no han descansado ni un momento para recolectar fondos que ocuparán para que el agua llegue por fin a sus hogares. Han tenido la valiosa ayuda del Centro Empresarial Pellas, a través del proyecto Ruta Triángulo del Sur y en años anteriores la cooperación de un organismo costarricense que les aportó cerca de 12 mil dólares para que emprendieran su proyecto de agua.
Esperan a gas natural
Ya es muy poco lo que les falta. Tienen tuberías que salen de un pozo cercano al lago, dos tanques de almacenamiento en donde caben 84 barriles de agua, tuberías de distribución a los hogares y lo más importante: la promesa del Centro Empresarial Pellas de donarles un transformador con la potencia necesaria para levantar la bomba que llevará agua hacia los tanques.
Falta un detalle: Gas Natural, que debe hacer la inspección para sugerir qué se necesita, aún no llega. El 6 de diciembre pasado los pobladores dirigieron una carta al jefe de la oficina comercial de Unión Fenosa de Altagracia, Isla de Ometepe, pero aún no obtienen respuestas.
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LA PRENSA intentó conocer la versión de esa instancia, pero tampoco hubo respuestas.
Lillieth Alemán, presidenta general de la Asociación de Jóvenes por el Rescate de la Cultura Ancestral Esmeralda Arce (Asocane) dijo: “El pozo donde está instalada la bomba se secó, pero la gente de la comunidad lo que piensa es queremos agua, no importa si sea sucia o limpia, queremos agua aunque sea para regar plantas, para bañarnos porque un viaje de agua cuesta 20 córdobas (la pichinga)”.
Comentó que los comunitarios dijeron que si no logran reactivar ese pozo, se pegarán de la playa, sin importar el tipo de agua que venga.
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