El conflicto militar entre las potencias occidentales e Irán es originado por el fanatismo religioso de los clérigos que actualmente gobiernan ese país. El presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, es un instrumento de los verdaderos gobernantes, el ayatolá y los mullah. En la mente de estos extremistas, Irán es la nación llamada a librar una guerra santa, la “yihad”. Su odio es enfático contra Israel por ser la nación elegida de un Dios que ellos aborrecen, el Dios del Génesis de cristianos y judíos y también contra Estados Unidos, principal aliado de Israel en el mundo.
En América Latina, Irán profundiza sus relaciones estratégicas con el grupo Alba. Esta alianza que incluye a Nicaragua es la izquierda radical latinoamericana. Los países de la región gobernados por la izquierda democrática no se aventuran en este proyecto de alineamiento conspirativo contra Israel y Estados Unidos. Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay están al margen en este equipo.
Los líderes del Alba, en sus alucinaciones izquierdistas, arrastran a sus países a un conflicto militar entre superpotencias. Daniel Ortega en los ochenta alineó al país en el lado comunista del mundo, sin fundamentos razonables de por medio y así fuimos a la guerra fría. En el 2010, Ortega ordenó la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel y las mantiene con Irán, a pesar que es Irán el Estado sancionado por el concierto de las naciones y clasificado como patrocinador de terrorismo.
Desde el año 2005 la ONU dejó a Irán en absoluto aislamiento cuando el 28 de octubre condenó por unanimidad sus declaraciones llamando a la destrucción de Israel. Ahmadineyad visitó recientemente Nicaragua y países del Alba como parte de una estrategia para debilitar el consenso mundial en su contra, romper el aislamiento diplomático y limpiar su imagen de Estado paria internacional.
En la web, sitios especializados informan sobre la presencia de células de los grupos paramilitares islamitas “Hezbollah” y “Al-fatah” en Venezuela y la movilización en la región de funcionarios iraníes con pasaportes diplomáticos venezolano, organizando con guerrilleros marxistas de las FARC en Colombia y capos mexicanos de la droga, las estructuras para futuros ataques bacteriológicos contra Estados Unidos también han creado una red logística y financiera para evadir las sanciones económicas en su contra.
La situación militar actual es grave, porque al contrario de las guerras convencionales en Afganistán, Irak, Libia y Siria ahora en Irán hay fuerza nuclear de por medio; conlleva un explosivo aditivo religioso, además de delitos de odio que Irán ha propuesto, como el exterminio judío y la negación del holocausto. El Centro Simón Wiesenthal, una organización judía de derechos humanos, señaló al presidente de facto de Nicaragua de ser aliado de la voluntad genocida iraní al defender su programa nuclear.
Después del genocidio nazi, los judíos e Israel toman muy en serio las amenazas de exterminio en su contra. Nicaragua nunca volverá a ser libre y democrática mientras el gobierno mantenga esa política de odio hacia la nación santa y la población, que un 90 por ciento nos declaramos cristianos, permanecemos inertes y en cómplice silencio.
El autor es abogado. Miembro de la Alianza PLI
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