Querida Nicaragua: Permanentemente vienen a buscarnos personas necesitadas de ayuda para curar sus enfermedades. Es la tarea que deberían hacer los hospitales, que según la propaganda del Gobierno, son gratuitos.
Normalmente vienen con las recetas de las medicinas que el hospital no les da. Simplemente les dicen que no hay y que las vayan a comprar a las farmacias.
Cualquiera diría que en las farmacias son baratas y que los pobres tienen acceso a ellas.
La pobre gente recurre a nosotros y comenzamos a hacer colectas para ayudarles. ¿Y qué pasará con el sistema hospitalario, donde según nuestros informantes, logran ser atendidos después de largas esperas para luego diagnosticarles a la carrera y recetarles medicinas que el hospital no tiene?
La última visita que recibimos fue de una joven señora que padece un flujo de sangre, una dolencia que nos hace recordar a la mujer del Evangelio, que durante doce años padecía de ese mal y con solo tocar el manto del Señor Jesús quedó sanada por su fe.
La joven señora fue al centro de salud situado cerca de la Casa España. Ahí le recomendaron hacerse un ultrasonido. Fue al hospital Alemán, la hicieron esperar mediodía, la examinaron y le dijeron que no tenía nada y le dieron cita para un mes después para ver cómo seguía el flujo de sangre.
Nadie puede esperarse un mes en esas condiciones sin correr un grave peligro. La persona fue a la “clínica privada Diagnósticos Americanos”. Ahí le recomendaron hacerse un ultrasonido que vale doscientos córdobas, que ella no tiene, y luego un examen de algo así como “estrógenos” que vale ochocientos córdobas, que naturalmente tampoco tiene para hacérselo.
En otro hospital le dijeron que tenía que llevar una constancia de los Consejos del Poder Ciudadano para que la pudieran atender. Un grupo de gentes caritativas le está ayudando.
Este es el caso de miles y miles de personas pobres que abundan en Nicaragua y que no reciben asistencia médica, por más que la propaganda oficialista pregone que este es “el gobierno de los pobres” y que nunca ha habido un presidente como Ortega.
No sabemos cuántas personas mueren por no haber sido atendidas a tiempo en los hospitales, o por haber sido mal atendidas, o por darles citas tardías, o por no darles las medicinas que requieren.
Lo que sí sabemos es que la asistencia en los hospitales es pésima, que inclusive en las clínicas previsionales, donde los pacientes asegurados y los jubilados llegan en procura de asistencia, muchas veces se encuentran con una deficientísima atención. Conocemos el caso de alguien que llegó con un padecimiento de los riñones, dolor fuerte e impedimento para expulsión de la orina. El médico dijo que podía ser una infección. El paciente le pidió que le hicieran un examen de orina, a lo cual el galeno se negó, remitiéndola para el día siguiente a consulta externa. Eso significa toda una noche de sufrimiento y al día siguiente, en la consulta externa, le darían una cita para dentro de un mes.
Eso no es atender ni al paciente pobre, ni al asegurado. Esto no es ni por asomo “el gobierno de los pobres”. Es el gobierno de los ingratos.
El autor es director general de Radio Corporación.
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