Nueve de 17 ministerios e institutos del Estado han cambiado de titular durante las dos administraciones del presidente Daniel Ortega. Sin embargo, en siete de esos casos el Gobierno no ha explicado por qué ocurrieron esas destituciones o “renuncias” de funcionarios, mientras otros más cuestionados siguen en sus cargos o son promovidos a otros ministerios o carteras del Estado.
El excandidato vicepresidencial Edmundo Jarquín considera que “como en toda dictadura, aquí se premia la lealtad al gobernante y se castiga la lealtad a la Ley y al país”.
El canciller Samuel Santos ha negado los fraudes electorales ante la comunidad internacional, mientras el vicecanciller Manuel Coronel Kautz la ha insultado. Ambos siguen en sus cargos.
A la ministra del Trabajo, Jeannette Chávez, la han criticado por el despido injustificado de 12 mil empleados públicos y a la ministra de Gobernación, Ana Isabel Morales, por defender el uso de lanzamorteros en las turbas orteguistas, pero a ninguna le han llamado la atención.
Igual ocurre con las críticas al presidente de Telcor, Orlando Castillo, y al presidente del INSS, Roberto López, que el Gobierno mantiene en sus cargos.
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Mauricio Díaz, exembajador de Nicaragua en Costa Rica, cree que este escenario “es producto de una concentración desmesurada de poder de parte de la pareja presidencial”, que integran Ortega y su esposa Rosario Murillo, quien ha estado detrás de la mayoría de las destituciones.
“Es casi una política personal del matrimonio en el poder… parece que se quisiera emular el modelo de Corea del Norte, donde los funcionarios públicos no son servidores del Estado sino servidores de una familia. Lo más dramático es que ya nadie se asusta y nos estamos mal acostumbrando a los abusos de este poder”, lamenta Díaz.
SALIÓ POR HABLAR DE MÁS
La entrevista que apareció en LA PRENSA donde se presentó como el nuevo rostro que dirigía el Instituto Nicaragüense de Cultura (INC) fue su condena. Al día siguiente, 27 de marzo de 2007, Margine Gutiérrez fue destituida de su cargo por el presidente.
Ahora ella ríe al recordar ese episodio. “No tengo una actitud de víctima, ahora creo que las cosas pasaron porque era mejor así”, comenta tranquila Gutiérrez.
“Qué mejor manera que haber sido corrida por dar una entrevista y no por robar o por cometer arbitrariedades, porque ahí sí tendría que estar con la cabeza en un hoyo. Me corrieron por ejercer un derecho constitucional de todos, un acto normal, lo relevante fue la reacción del Gobierno y la consecuencia que se ha vuelto una constante”, comenta Gutiérrez.
¿Sus pecados? Gutiérrez brindó una entrevista a este Diario sin permiso del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, de Murillo. Además criticó el “regalo” de Ortega a su homólogo venezolano Hugo Chávez: manuscritos originales del poeta Rubén Darío, Patrimonio de la Nación.
“Lo que está ocurriendo —dice Jarquín— hasta pudiera resultar caricatura en el siglo XXI del Nerón romano de los primeros tiempos de la cristiandad”.
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