Luis Eduardo Martínez M.

Además de producir para el autoconsumo de los seis integrantes de la familia, aplicando buenas prácticas agrícolas, Nubia Barrera Cortedano dice haber “perdido la pena” para salir a vender los más de 30 productos que obtiene de una diversificada parcela de manzana y media de extensión que posee en San Dionisio, Matagalpa.

Quedó atrás la cultura de cultivar únicamente maíz y fríjol y los dos nietos que viven con ella ahora comen productos más sanos, sin químicos. “Ya no los usamos, tampoco quemamos la parcela y hacemos diques con piedras, tenemos barreras vivas y eso nos ayuda a tener un poco de todo esto que ve aquí”, dice la mujer, mostrando la variedad de productos que tiene sobre una mesa: malanga, ayotes, plátanos, varias especies de cítricos y otros frutales, además de algodón, jengibre, yuca, fríjol, maíz, gandul, hierbabuena, pimienta, caña, camote, chayas, millón escobero, jícaros, cacao, entre otros cultivos temporales y permanentes. Todo es orgánico.

Barrera es beneficiaria de un programa de mejoramiento de las condiciones de vida de las poblaciones rurales, a través del aumento de sus ingresos, el manejo sostenible de los recursos naturales y la participación activa de las mujeres en la economía local de los municipios de San Dionisio y Matagalpa.

El éxito de Barrera y los 578 socios de Ucosd en comunidades de San Dionisio y Matagalpa obedece a “la transparencia y eficiencia que se dio en este proyecto, así como el espíritu tesonero de los agricultores de esta zona”, comentó el presidente de esa organización, Hipólito Muñoz Mendoza.

Agregó que en la Ucosd, algunos socios trabajan con sistemas de riego, mientras 65 ejecutan planes de finca que incluyen la diversificación para el cultivo de productos no tradicionales.

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