Edgard Rodríguez C.
Las cifras de Ramón son muy diferentes a las de Carlos “Calín” Rosales, quien se fue con un promedio de .271, 41 jonrones y 293 remolques en 652 partidos, tras 12 campañas en el beis.
Los 36 jonrones de Padilla en 1993 son la cuarta mejor cifra en la historia, solo detrás de las dos campañas de Ernesto López, del Granada, con 41 y 42, en 1977 y 1978, respectivamente.
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No hay que esforzarse mucho para llegar a la conclusión de que Ramón Padilla ha sido el mejor jardinero derecho que ha desfilado por el beisbol nacional. Dueño de unas fuertes muñecas, brazo poderoso, fildeo seguro y agresividad constante, el sureño dejó huellas indelebles con su talento, el que incluso fue mostrado consistentemente, más allá de nuestras fronteras.
Si se juzga a través de los parámetros que establece el beisbol de Grandes Ligas, que suele situar poder en las posiciones de los extremos (primera y tercera base, y left y rightfied) y velocidad con defensiva en el centro (segunda, shortstop y centerfield), nadie mejor que Padilla para ser evaluado bajo esos patrones. Ramón tenía poder al bate y un brazo que infundía respeto.
“Yo solo traté de hacer lo mejor que pude mientras jugué, pero las evaluaciones sobre lo que uno hizo corresponden a los fanáticos y periodistas. Eso sí, a mí me enorgullece mi carrera y de vez en cuando escucho que me comparan con otros jardineros y eso me alegra”, dice Ramón, quien hoy, al arribar a su cumpleaños 46, parece cómodo en su posición de entrenador.
Padilla le puso el punto final en el 2003 a una carrera iniciada en 1985 con el Frente Sur de Rivas. Pero el recuerdo de sus acciones está ahí, vívido, con la nitidez y la calidad capaces de hacer resistencia al tiempo. Se fue como un bateador de .274, con 210 jonrones y 801 carreras impulsadas, más 166 robos y 1,176 hits a lo largo de 1,232 partidos a nivel superior.
“Cuando se ponen a compararme en las radios o los periódicos con don ‘Calín’ Rosales, yo me siento como un pavo real. Yo no vi jugar a don ‘Calín’, pero se asegura que era un muy buen jardinero. Lo mismo escucho cuando comparan mi brazo con el de Richard Hunter o el de Bismarck Guadamuz. Eso me alegra. A mí no me molestan esas cosas”, dice Padilla.
Este rivense de baja estatura, pero complexión fuerte, tuvo su mejor campaña en 1999, cuando resumió promedio de 335 puntos, con 36 jonrones y 99 empujadas en 100 juegos con el Bóer. Pero su salto de la mediocridad a la grandeza lo había dado en 1993, cuando con Rivas había metido 20 pelotas a las gradas, con 74 impulsadas y average de .301.
“Todo eso me gustó conseguirlo, pero el principal logro en mi carrera es haber llegado a ser el máximo jonronero con la Selección Nacional, con 33 jonrones en torneos internacionales. Eso indica que no fui ‘gallo de patio’. Pero yo creo que en todas las épocas ha habido muy buenos jugadores. Ahora mismo hay jardineros tremendos”, señaló el rivense.
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