Ramón Villarreal
El interés de costarricenses por la artesanía nicaragüense, para venderla en ese vecino país a los turistas, ha alcanzado las jícaras de filigrana que se elaboran en los municipios rivenses de Buenos Aires, Belén y San Jorge, donde los encargos por estas obras están incrementando.
Desde los 14 años, Cerda aprendió el oficio y ahora lo enseña a los estudiantes de cuarto grado de dos escuelas de primaria de Buenos Aires, y a estudiantes de secundaria de San Jorge.
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Yolanda López Sánchez, habitante de San Jorge, pero originaria de Buenos Aires, refirió que tiene una cliente costarricense que le compra diferentes productos, pero que le pide que no le ponga el nombre de Nicaragua, nada de escudos de lagos y volcanes. “Póngale Costa Rica, dibújele tucanes, iguanas, y no se preocupe, que yo cuando las venda allá digo que son de Nicaragua”, le dice su cliente a doña Yolanda.
Aunque algunos estudiantes y profesores de la carrera de Administración Turística y Hotelera de una universidad rivense le aconsejaron que no debía aceptar esa situación, López Sánchez aduce que es parte de su servicio plasmar lo que el cliente pida, más cuando le compran regular cantidad y con frecuencia.
SIN MUCHO MERCADO
“Aquí en Nicaragua no había mucha clientela de estas jícaras de filigrana, hasta ahora es que los nicaragüenses están comprando un poquito más nuestros productos, por eso siempre buscamos como vendérselas a los turistas, yo voy a Amayo (al parque eólico ubicado en La Virgen, Rivas), cuando vienen los cruceros y ahí logro vender algo”, comentó.
López Sánchez se dedica a los trabajos de filigrana, junto a ocho mujeres de su familia.
Martín Rodríguez, delegado departamental del Instituto Nicaragüense de Turismo, dijo que la iniciativa de exportar es excelente, pero se tiene que trabajar en la elaboración de una marca, el empaque, códigos de barras, asesoría que corresponde al Mific, aunque destacó que ellos han apoyado a este sector.