Con motivo de la conmemoración hoy 8 de marzo del Día Internacional de la Mujer, algunos organismos empresariales del sector femenino convocaron a un foro denominado “Mujeres juntas hacia el éxito”, con la participación de 500 empresarias de diferentes ramas de actividad productiva. Concretamente, este evento es auspiciado por la Red de Mujeres Empresarias de Nicaragua (REN) y la Comisión de Género del Cosep, y su propósito es mostrar el aporte de las mujeres a la economía nacional y explorar nuevas y mayores posibilidades de ampliar sus espacios de desarrollo, dentro de Nicaragua y hacia afuera del país.
Con la realización de esta iniciativa se pretende presentar a la mujer como el ser creativo y emprendedor que realmente es, los esfuerzos que hace para convertir en realidad sus sueños y aspiraciones, y su afán de contribuir cada vez más y mejor al desarrollo económico y social de la nación. De manera que se trata de un esfuerzo que merece ser respaldado por los medios de comunicación social del país y por toda la sociedad nicaragüense.
Sin embargo, el respaldo a una iniciativa tan importante como esta de las mujeres empresarias del país, no debe significar que se le reste reconocimiento a la deplorable situación de muchas otras mujeres nicaragüenses que siguen siendo víctimas de agresiones de toda clase y procedencia, inclusive del Estado. En este sentido, cabe destacar que quien mejor representa actualmente a las mujeres que sufren las consecuencias del autoritario sistema social, político y cultural imperante en el país, es la señora Irinea Mejía, viuda y madre de las víctimas mortales del horrendo crimen político múltiple de El Carrizo, San José de Cusmapa, departamento de Madriz, que fue perpetrado el 8 de noviembre pasado; es decir, de los tres miembros de una misma familia campesina que fueron asesinados atrozmente por miembros del partido FSLN y la Policía, solo porque ellos, los asesinados, eran simpatizantes del partido opositor PLI y protestaron contra el fraude electoral perpetrado por el régimen en los comicios del 6 de noviembre anterior.
El rostro humilde, envejecido, cansado y adolorido de doña Irinea que se pudo ver en las fotografías de los periódicos y en las pantallas de televisión, el 21 de febrero pasado, cuando ella vino hasta Managua para protestar por la burlesca y de hecho nula condena judicial orteguista a los asesinos de su marido e hijos, y para exigir verdadera justicia, es la imagen representativa de la mujer nicaragüense que sufre el rigor de una nueva dictadura; de un régimen que hipócritamente dicta leyes demagógicas para aparentar preocupación por las mujeres, pero en la realidad las avasalla y reprime hasta en lo más hondo y sensible de su ser, como ha sido en este caso el cruel y cobarde asesinato del esposo y los hijos de doña Irinea.
En realidad, si fuese posible proclamar a la mujer de Nicaragua con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, hoy 8 de marzo, la escogida tendría que ser doña Irinea Mejía, la esposa y madre de los mártires democráticos de El Carrizo
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