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Hugo Ramón García

Un saludo sentimental a las mujeres, en su día

“Las mujeres poseen un sexto sentido que las hace descubrir al hombre que las ama”, escribió Antonio Manero.

Hago a un lado otros temas que tengo pendientes de escribir, para ocuparme en este espacio de la mujer al celebrarse hoy 8 de marzo su efeméride sentimental internacional.

Considero a la luz de la razón que es de justicia homenajear a la mujer, expresarle lo que sentimos por ella y las motivaciones que el espíritu encuentra rindiéndole sin término de tiempo cuantos afectos fueren posibles bajo la quietud de la palabra que se vuelve mensajera de la inspiración.

Tratadistas del romanticismo francés como Víctor Hugo, estiman con su dialéctica soñadora “que la mujer es el más sublime de los ideales”.

El poeta, que desde las mansiones del corazón le canta al amor exaltando la belleza femenina, está en lo cierto, porque la mujer por su género y por sus delicadas condiciones es fuente y referencia de inspiración para hacerle llegar a su alma embriagadora todo lo bueno que hay en el pensamiento.

Pienso que la mujer se siente comprendida en sus aciertos y aún en sus debilidades, cuando la sabemos amar por encima de todo egoísmo. Eso es, digamos, la norma que el hombre debe utilizar hacia ella; con la que siempre espera cariños y sonrisas, a cambio de actitudes impropias.

La mujer tiene el don de sentirse atraída a los ojos de quien la contempla cuando la sabemos valorar, y cuando también descubrimos en ella su habilidad como instrumento de inteligencia, y por su lúcido discernimiento sabe superar las complejidades emocionales que se le pudieren presentar en el medio que se desenvuelve, donde operan distintas situaciones que ella encara con indudable realidad.

Ninguna mujer por humilde que sea carece de inteligencia y dignidad. Ella precisamente se define por esos atributos, los que sabe cultivar con la perseverancia que fluye de su mente optimista, tan radiante como el amanecer.

La mujer en otros casos, por cuestiones de dignidad, simplemente devuelve lo que recibe. Si por conceptos equivocados de machismo nos volvemos indolentes usando un trato reñido con la caballerosidad, tenemos que ser objeto de sus naturales respuestas, pero si nos habituamos a darle su lugar tendiéndole con el corazón formas amenas, nos ganamos sin duda las reservas de aprecio que por nosotros puede tener.

Por eso, siempre hay que disponer de la cordura necesaria para no lastimar la susceptibilidad de una mujer, y si caemos en la inmadura comisión del error, tenemos que usar como alternativa inmediata las obligadas disculpas para demostrar que por encima de los malos comportamientos podemos ser mejores, porque el detalle no está en saber que nos hemos equivocado, sino en sabernos levantar de las miserias mismas del error.

Vayan para la mujer, en su día, mis congratulaciones, y como un provinciano admirador de sus encantos, tiendo a sus manos la flor que nace a la orilla de una fuente con los arreboles del amanecer en tributo a la virtud que atesora en la luminosa majestad de su espíritu. El autor es periodista de Somoto

Opinión
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