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Luis Sánchez Sancho

Edipo, el príncipe desventurado

 En la revista Selecciones del Reader Digest (en español), correspondiente a febrero de este año,  leí una interesante nota  titulada Lumbreras imaginarias, sobre  famosas figuras que son  fruto de la imaginación pero   a pesar de no haber existido  realmente “han moldeado a nuestra sociedad, cambiado nuestra conducta y modificado el curso de la historia, para bien o para mal”.   

 La nota  de Selecciones se refiere al libro Las 101 personas más influyentes que nunca existieron, de los autores estadounidenses Allan Lazar, Dan Karlan y Jeremy Salter, quienes colocan  entre los primeros veinte lugares de su catálogo    al “hombre Marlboro” (el de la publicidad del cigarrillo), el Gran Hermano (Big Brother), el rey Arturo, Santa Claus, Hamlet, Don Quijote, Mickey Mouse (el Ratón Mickey), el Príncipe Azul y otros.   

Me llamó la atención que entre esos veinte personajes que nunca existieron pero han  influido poderosamente  sobre  la humanidad, solo hay uno de la mitología griega y ninguno de la cultura mitológica romana. Habría que leer el libro mencionado  para ver si hay más  personajes de la mitología clásica entre las “101 personas más influyentes que nunca existieron”. Pero el hecho es que entre los primeros veinte de  clasificación de los autores Lazar, Karlan y Salter, el único personaje mitológico  es Edipo, a  quien los mitólogos califican como  uno de los príncipes más desventurados que ha existido jamás, en la imaginación o en la realidad.   

 El mito de Edipo es mencionado por  Homero en el Canto XI de La Odisea, y después es desarrollado por  Sófocles, uno de los grandes trágicos griegos, en sus clásicos Temas Tebanos: Edipo Rey, Edipo en Colono y Antígona.   

 Homero pone en boca del héroe Odiseo cuando este relata lo que vio en su viaje al mundo de los muertos, la estremecedora revelación  siguiente: “Vi a la madre de Edipo, la hermosísima Epicasta (también  conocida como Yocasta), que sin saberlo, cometió el enorme delito de casarse con su hijo, el que a su vez había matado a su padre antes de unirse a ella. Ese crimen los dioses revelaron muy pronto. Y Edipo reinaba en Tebas sobre la progenie de Cadmo, por fallo de los dioses, fallo cruel por cierto. Cuando Epicasta supo su crimen, dominada de amargura, se ahorcó ella misma desde las vigas de su propia cámara y bajó al Hades” (es decir, al mundo de ultratumba).   

Como lo advierte el mismo  Homero, Edipo y  Yocasta eran inocentes de esos crímenes,  ellos los cometieron “sin saberlo”,  por un “fallo cruel de los dioses”, puesto que   en los relatos mitológicos los dioses  juegan  caprichosamente con la suerte de los mortales.   
Layo fue  advertido por un oráculo,  que un hijo de él y de su esposa  Yocasta sería  asesino de su padre y esposo de su madre, y por eso decidió no tener descendencia. Pero estando ebrio en una ocasión tuvo relación sexual con su mujer y esta quedó embarazada. Cuando nació la criatura, un varón, Layo mandó a que lo mataran en el bosque para evitar que se cumpliera la profecía. El sirviente no tuvo valor para asesinar al bebé y lo dejó abandonado en el bosque, donde fue rescatado por unos hombres que lo llevaron a Corinto y allí  el rey corinteño  lo crió como  su hijo.   

Al crecer Edipo un oráculo le predijo que mataría a su padre y se casaría con su madre. Entonces Edipo decidió huir de Corinto  para alejarse de quienes  creía que  eran sus padres, pero solo fue para encontrarse de frente con el destino fatal que los dioses le habían predeterminado y del cual  no había manera de escapar.

Columna del día Opinión

COMENTARIOS

  1. mario
    Hace 12 años

    muy linda esta hitoria felicidades

  2. Carmen
    Hace 12 años

    Siempre me ilustras, con tus escritos. Te felicito

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