AFP- Washington
La masacre de ayer domingo de dieciséis civiles afganos a manos de un soldado estadounidense atizó en Estados Unidos el debate sobre la retirada de sus tropas, tras un decenio de guerra y en medio de crecientes tensiones entre Kabul y Washington.
“Este incidente es trágico y chocante, y no representa el carácter excepcional de nuestros militares ni el respeto de Estados Unidos hacia el pueblo de Afganistán”, señaló el presidente Barack Obama en un comunicado.
Durante una llamada telefónica a su par afgano, Hamid Karzai, el mandatario estadounidense “extendió sus condolencias al pueblo de Afganistán y dejó en claro el compromiso de su gobierno para establecer los hechos”.
El senador republicano Lindsey Graham explicó que “una vez que los estadounidenses partan de Afganistán, Washington debería mantener sus bases aéreas y unidades de fuerzas especiales, para asegurarse que los talibanes no se refuercen”.
Por su parte, el senador republicano John McCain dijo que “Si Afganistán se hunde en una situación en la que los talibanes puedan aprovechar la situación de caos, este país podría volverse fácilmente una base de Al Qaeda para lanzar ataques contra Estados Unidos”.
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