BEIRUT/AFP
El régimen persistirá en su estrategia de sofocar los focos de resistencia y se servirá de sus victorias militares para obligar a la comunidad internacional a negociar, estiman los analistas.
“El régimen piensa que la comunidad internacional se dará cuenta al cabo de un tiempo de que no puede ser derrocado, cree que la presión va a disminuir y que se reanudará el diálogo”, estima Peter Harling, especialista de Siria en el seno del International Crisis Group.
“Enviar emisarios con un mandato poco claro termina por convencerles de que tienen razón”, añade, refiriéndose al emisario de la ONU y de la Liga Árabe, el exsecretario general de la ONU, Kofi Annan, quien terminó una misión en Damasco el fin de semana.
Pero para los expertos, el régimen está condenado, pese a su potencia militar y al hecho de que no duda en utilizarla, como ha demostrado contra los bastiones rebeldes de Baba Amr en Homs y de Idleb, tomado por sus tropas.
El presidente sirio Bashar al Asad goza para ello de varias bazas: el apoyo sin fisuras de Rusia, una comunidad internacional que parece paralizada y una operación dividida que ha fracasado ya en proponer una alternativa creíble.
“La presión internacional es menos fuerte, hay una voluntad de aplacar la situación porque con el bloqueo ruso no se puede hacer gran cosa”, explica Fabrice Balanche, director del centro francés de investigación Gremmo. “Los rusos han dicho: somos nosotros los que vamos a resolver la crisis de Siria”, añade.
Los investigadores temen una guerra civil, en un contexto de tensiones religiosas exacerbadas entre sunitas y chiitas y de llamamientos cada vez más insistentes para armar a los rebeldes.
Washington y sus aliados occidentales dicen no estar de acuerdo en armar a los rebeldes, pero Catar y Arabia Saudita, pesos pesados del sunismo, han llamado varias veces a entregarles armas.
“Si el régimen fuese destruido, la crisis humanitaria podría agravarse aún más. Eso no parará las muertes, lo único que hará será aumentarlas, como ocurrió en Irak”, asegura Joshua Landis, director del centro de estudios sobre Medio Oriente de la Universidad de Oklahoma.