En el año 2002 Estados Unidos inicia la ofensiva militar en contra de la red “Al-Qaeda” y su líder Osama Bin Laden, autor de los atentados terroristas del 11-S, donde murieron más de 2,000 inocentes víctimas del extremismo islamita.
En el 2003 en la operación “libertad duradera” los marines americanos llegan a Irak en auxilio de los oprimidos por la tiranía genocida de Saddam Hussein; lo de las armas químicas fue solo una prevención militar. En ambos casos, el FSLN y Daniel Ortega salieron en defensa de estos tiranos.
Siempre el sandinismo ha insistido en mantener alianzas absurdas con regímenes cuyos valores antidemocráticos no son compartidos por la mayoría del pueblo de Nicaragua y sus principios civilistas y libertarios. En los ochenta fue con el comunismo marxista-leninista. Ahora, denigran a Estados Unidos, un país donde a pesar de las múltiples dificultades económicas prevalece una eficiente democracia y es amigo y principal cooperante de Nicaragua.
El orteguismo establece alianza conspirativa con regímenes de un lejano y extraño Oriente Medio. Ellos, los sandinistas, son los primeros en desinformar a la población alegando que las guerras libertarias de EE. UU. y la OTAN en contra de las tiranías árabes tienen como único fin el apoderamiento del petróleo; por ningún lado dicen que los ciudadanos comunes en estos países, (Irán, Irak, Siria) están privados de las riquezas petroleras. En Oriente Medio, Israel es la única y verdadera democracia; en los países árabes predominan las tiranías criminales, vitalicias, caudillistas y sus gobernantes monopolizan la riqueza, derrochan en lujos y extravagancias, mientras el pueblo se debate entre la miseria y la falta de libertades. Por eso la primavera árabe es el levantamiento del pueblo contra los tiranos.
El 16 de febrero de este año, Nicaragua y el bloque del grupo Alba votaron junto a China y Rusia, dos grandes protectores de las dictaduras, en una resolución de la ONU en defensa del dictador Sirio Bashar Al-Asad, que está exterminando a su pueblo: 132 votos incluyendo ocho países árabes en contra del tirano y tan solo 12 a favor.
Lo relativo al eje “Alba-Irán” es la alianza inexplicable de Nicaragua con Irán, los ayatolas y Mahmud Ahmadineyad, un Estado paria internacional y que por lo demás no ofrece ninguna cooperación a Nicaragua. A Ortega en esta alianza lo mueve su odio antiamericano, su afán de figuración y la injerencia alucinante de Chávez y el fosilizado Fidel Castro. El valiente diputado Eduardo Montealegre denunció desde su convalecencia en Miami toda esta trama del gobierno de facto de Ortega. Por su lado, el orteguista Arnoldo Alemán goza de su nexo con Hugo Chávez, con Ortega, la reelección inconstitucional y el fraude electoral del 2011; su posible sucesor, Francisco Aguirre Sacasa, renuncia a su cargo dentro del PLC para marcar distancia con Alemán.
Tiranos como Bin Laden, Gadafi y Hussein, con un inmenso poder militar, con billones de dólares disponibles y con dominio de sus países por más de 40 años, al enfrentarse a la civilización occidental y violar la prevaleciente democracia liberal en el mundo, cayeron abatidos huyendo como simples cobardes en alcantarillas, cuevas y subterráneos. El autor es abogado. Miembro de la Alianza PLI.
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