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El paciente impaciente

Por: Eduardo Cruz

“Me va a disculpar un momento, es que me acaban de caer unos correos electrónicos que estaba esperando”, me dice el doctor, interrumpiendo de manera abrupta la consulta que estuve esperando por más de dos horas en el pasillo de la clínica médica previsional donde el INSS me tiene “asegurado”.

Sentado frente a una lap top, el médico comienza a revisar los correos mientras yo, sorprendido, me quedo sin capacidad de reacción. Solo lo observo. Apenas un instante antes me encontraba en una silla, afuera de su clínica, escuchando como los demás pacientes se quejaban de cuánto tiempo el médico se demoraba con un paciente: más de 40 minutos.

La costumbre de llevar algo para leer mientras espero ser atendido, no me permitió percatarme de que “un paciente” había llegado a la clínica y sin hacer fila se metió donde el doctor. Los otros pacientes que estábamos antes que él comenzamos a sentirnos impacientes, molestos por el irrespeto. Uno de esos “otros” pacientes impacientes se acercó adonde la enfermera para preguntarle si existe una oficina donde quejarse, pero ella prefiere contestar sin contestar: “En la entrada hay una oficina”, dice, pero no explica más detalles.

Yo me quedo pensando en el momento en que me acerqué a recepción, cuando la muchacha que allí atiende me preguntó que con cuál médico deseaba yo pasar consulta y yo le respondí: “Con cualquiera, no tengo un preferido”. Una voz me regresa al presente: “Ese que entró es amigo del doctor, si yo vi cuando se saludaron”, dice alguien que también está incómodo por la espera excesiva.

Desde las 7:40 de la mañana, hasta casi las 10:00, solo cinco pacientes habían entrado a cita con el doctor. En ese mismo período de tiempo un promedio de nueve a 10 pacientes habían entrado a las otras clínicas. Una señora llegó a las 8:50 y salió a las 9:30 en una de las clínicas vecinas. Las caras de los pacientes se lo decían todo a la enfermera, quien se hacía la de la “vista gorda”.

Cuando logré entrar a la clínica, estaba casi al borde de la desesperación. El doctor, que seguramente leyó algo en mi rostro, comenzó a explicarme la situación. “Mire, yo soy de los médicos que cree que en 15 minutos no atiendo bien a un paciente y soy de los que cree que al paciente hay que atenderlo bien, verlo bien, platicar con él. Yo puedo atender a 20 pacientes en una hora, pero eso de nada sirve, ¿dígame usted?”, me dice.

“Tiene razón”, le digo. En ese momento comienzo a olvidar la inconformidad que sentí cuando estaba en tiempo de espera, sentado en una silla, escuchando los soplidos de los demás pacientes, impacientes porque el doctor de la clínica 8 se demora mucho más tiempo de lo que se demoran los médicos de las otras clínicas de la Previsional.

Cuando el médico se puso a revisar los correos electrónicos, nuevamente la inconformidad regresó a mí. ¿Cómo es posible que deje de atenderme para revisar unos correos electrónicos? ¿Es eso correcto? Viendo a la lap top dice que son unos correos urgentes, que los estaba esperando e insiste en que lo disculpe.

Cuando termina de ver los correos, comienza a interrogarme de nuevo. “Sabe qué”, me dice, “aquí tengo un vídeo que habla sobre la enfermedad que usted tiene…” Entonces abre la página de Youtube y me muestra un vídeo que en total es de 25 minutos.

“Ah, que bueno”, le digo, mientras trato de que lo cierre porque no estoy interesado en verlo. Son 25 minutos y no quiero alimentar más la inconformidad de los pacientes que están afuera de la clínica esperando, pero el médico insiste en que lo vea todo. Yo no puedo creer lo que me está diciendo, pero sigo viendo el vídeo un minuto más y de repente se me ocurre decirle que me regale la dirección electrónica del vídeo y que en la casa lo termino de ver.

Lo más rápido posible anoto la dirección y trato de salir de la clínica. Tengo 25 minutos adentro y cuando salgo llamo al paciente que sigue.

Me alejo pensando en la frase “visita de médico” y en que la gente se queja de que los doctores no les atienden bien en los hospitales públicos y en las previsionales que tienen contrato con el INSS, pero tampoco dejo de pensar que mucho tiempo a veces podría no ser sinónimo de buena atención. ¿Quién entiende a la gente?, ¿verdad?

Ver en la versión impresa las paginas: 15

Opinión impaciencia INSS paciente archivo
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