María Jesús Ribas/Efe
“Papá, por favor deja la luz del cuarto encendida”. “Mamá, quédate conmigo porque hay algo entre las sombras”.
Detrás de estas y otras manifestaciones infantiles que tienen lugar por la noche al acostarse, puede haber una excusa ocasional para no dormirse todavía o un miedo persistente a la oscuridad.
La labor de los padres es fundamental para que sus hijos crezcan sin miedos irracionales, no solo enseñándoles a afrontar sus temores, sino también predicando con el ejemplo, porque los niños tienden a imitar y después a adoptar los comportamientos y actitudes de los mayores miedosos.
Investigadores de las universidades españolas de Murcia, UM, y Miguel Hernández, UMH, en Elche, han diseñado una terapia psicológica para combatir la fobia a la oscuridad cuya eficacia ha sido constatada en un estudio.
Según la psicóloga Mireia Orgilés Amorós, de la UMH y principal autora de la investigación, así como varios libros sobre terapias con niños y adolescentes, esta psicoterapia parte de la base de que “cualquier tipo de miedo o fobia se supera enfrentándose a lo que da miedo y comprobando que no ocurre nada malo”, dijo Orgilés.
Para superar su miedo a la oscuridad, el pequeño tiene que enfrentarse poco a poco a situaciones de oscuridad hasta que consigue dormir solo y sin ayudas. El tratamiento se aplica en casa, que es donde ocurre el problema y requiere una participación muy activa de los padres.
TERAPIA FAMILIAR
El psicólogo da instrucciones a los progenitores por medio de ocho reuniones de entrenamiento, una vez a la semana y durante sesenta o noventa minutos, en que se les enseña qué actividades o juegos han de efectuar con su hijo, cómo deben actuar cuando juegan y qué deben hacer si el niño tiene miedo y se niega a participar en las actividades lúdicas.
La terapia comienza con la lectura de un cuento, en el que el personaje fundamental es un niño con miedo a la oscuridad. Después se han de jugar ocho juegos en los que el pequeño se aproxima gradualmente a la oscuridad, fomentando en él las expectativas de un comportamiento valeroso.
Así el niño va superando cada día situaciones de mayor oscuridad y se enfrenta a lo que teme como si fuera un juego.
Se le indica que si está asustado puede llamar de inmediato a sus padres; en ningún caso conviene forzarlo. Por las noches, los padres deben seguir unas rutinas al acompañar a su hijo a dormir y tienen que felicitarle cada día que consigue ser más valiente.
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