El 20 de marzo pasado se realizó el foro-debate, La juventud toma la palabra , con el que se inició una serie de eventos bajo ese lema, auspiciados por el Instituto de Ética, Valores y Desarrollo de la Universidad Americana, (UAM), en el cual dos jóvenes universitarios, Manuel Chávez, de la UNAN-Managua y Eduardo Flores Arróliga, de la UCA, plantearon y debatieron sus puntos de vista sobre el pensamiento, la filosofía y la educación.
Creo muy significativo el hecho de que alumnas y alumnos, egresadas y egresados de diferentes universidades del país, se hayan reunido para formar el Grupo de Pensamiento Crítico, con el propósito de impulsar en Nicaragua el debate de las ideas como forma de asumir el reto político, social, cultural y filosófico, entre otros temas, que la realidad nacional e internacional plantea en el momento actual.
Lo más significativo es que sean jóvenes los protagonistas de esta aventura intelectual, en un momento en el que algunos consideran que la juventud es indiferente a estos asuntos, pues sus intereses, suponen quienes así piensan, giran solamente en torno a la diversión, lejana de todo reto y compromiso. Por esa razón, el hecho de que sean jóvenes quienes plantean una actividad de esta naturaleza, es un desafío, no solo para la juventud, sino para toda la sociedad nicaragüense.
La inquietud predominante en los diálogos que el grupo generosamente ha querido sostener conmigo, surge de la percepción de que buena parte de nuestros problemas políticos, económicos y sociales se originan por la ausencia de una actitud racional ante los mismos, de un pensamiento crítico que favorezca el diálogo, la diversidad de ideas sobre determinados problemas y el compromiso de abordarlos sobre la base de argumentos diversos, los que crean en ese mismo momento de análisis y discusión, una actitud diferente de aquella que sustituye la discusión por la descalificación y la argumentación por la intransigencia.
El pensamiento crítico es entonces mucho más que un método de abordar problemas para devenir, además, una actitud mediante la cual es posible forjar una cultura diferente de aquella caracterizada por la confrontación o la confabulación. La cultura de nuestro país, notable en otros aspectos como la poesía, la literatura en general y la pintura, para mencionar algunas de sus expresiones más relevantes, ha carecido de una presencia significativa en el ejercicio de la razón crítica.
- “Creo muy significativo el hecho de que alumnas y alumnos, egresadas y egresados de diferentes universidades del país, se hayan reunido para formar el Grupo de Pensamiento Crítico, con el propósito de impulsar en Nicaragua el debate de las ideas como forma de asumir el reto político, social, cultural, y filosófico, entre otros temas, que la realidad nacional e internacional plantea en el momento actual”.
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No obstante, no se crea que quienes impulsan este esfuerzo del pensamiento crítico, asumen una posición arrogante y a la vez ingenua de suponer que basta la realización de foros, debates o seminarios, y que es suficiente la publicación de artículos, conferencias y libros, para producir el cambio que se desea en la cultura nacional. Más bien la idea dominante consiste en que además de esos esfuerzos intelectuales, sin duda imprescindibles en este proceso de construcción de una nueva cultura, se requiere la acción, el ejercicio dialógico, el debate y la discusión sobre lo expuesto y sobre todo la conducta práctica sin la cual no es posible que la idea encarne en la realidad.
Hay que evitar toda actitud prepotente que pretenda totalizar en la razón crítica la naturaleza del ser humano que es además, y de manera fundamental, intuición, sensibilidad y arte.
Creo que hay que destacar el esfuerzo por superar la creencia dominante de que una cosa es la idea y otra la realidad, la división compartimental entre idealistas y pragmáticos, la falsa apreciación por la cual se supone que quien trabaja con las ideas vive en un cielo ahistórico, lejos de la realidad y que quien actúa vive de espaldas a las ideas, pues el pragmatismo exige olvidarse de teorías y concentrarse en los puros y simples hechos.
Frente a lo anterior uno de los principales empeños a realizar debe ser aquel que tienda a superar esta arbitraria formulación y a tener presente que la integración dialéctica entre teoría y práctica debe ser un objetivo central, pues no hay que olvidar que la razón es una forma de la realidad y la realidad lo es, o debería serlo, de la razón.
Otro aspecto que debe considerarse es aquel que se refiere a la interdisciplinariedad o transdisciplinariedad del conocimiento, y en este caso, de manera particular, de la filosofía, sobre todo si tiene en consideración que la multiplicidad de disciplinas científicas y humanistas nacieron de la filosofía, que fue su fuente genética y su origen, y que hoy, uno de sus desafíos, es el de encontrar los nexos y vasos comunicantes entre las ciencias y las humanidades, fragmentadas en compartimientos estancos. Se trata de evitar lo que José Ortega y Gasset llamaba “la irrupción vertical de los bárbaros”, que en el mejor de los casos representa el dominio del especialista sobre la cuadrícula específica de su disciplina, lo que lo llevaba a afirmar que el que solo conoce de su especialización y ciencia, ni siquiera eso conoce.
En este punto de vista la filosofía, por su lado, está obligada a dejar de ser un conocimiento de iniciados, una especie de logia cuyos oficiantes se encuentran refugiados en su torre de marfil, ajenos al mundanal ruido. En buena parte han sido la academia y los propios filósofos responsables de ese alejamiento de la filosofía y el mundo de la realidad. Lo ha sido también el uso y abuso de un lenguaje inaccesible y nada atractivo desde un punto de vista estético, empeñado, pareciera, en que nadie lo entienda, salvo aquellos que se protegen en el tejido de jeroglíficos que lo forma.
Por esa razón, el pensamiento debe salir al encuentro de esa realidad de la cual, proviene, aunque a veces no quiera reconocerlo. Por ello, como decía Kant, más que enseñar filosofía, habría que enseñar (y aprender) a filosofar. Por ello, la filosofía se hace desde todas y cada una de las disciplinas científicas, humanísticas o técnicas, en las que las preguntas formuladas y los intentos de respuesta a las mismas, constituyen un verdadero ejercicio filosófico.
Pero hoy, además, los jóvenes nos recuerdan, que la filosofía está implícita en las preguntas que formula ante los acontecimientos de la vida individual y colectiva, y que la educación y la práctica social y cultural deben centrarse, principalmente, en este ejercicio.
Confiamos que estos foros-debates continúen por mucho tiempo. Por el momento ya se está planificando el próximo que se espera realizar en el mes de mayo. Esperamos también que puedan extenderse a otros sectores y propiciar un diálogo intersectorial e intergeneracional sobre temas que son de interés de todos los nicaragüenses.
Jurista, filósofo y escritor nicaragüense
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