Guillén jugó con fuego
Eric Núñez /Ap
Hoy, 10 de abril, es la última vez que esta persona habla de política. Ojalá que este desagradable momento me haya enseñado. He aprendido a no meterme en lo que no conozco.
La persona que dio estas declaraciones se llama Ozzie Guillén. Más tarde que temprano, el mánager venezolano de los Marlins de Miami ha aprendido un duro escarmiento.
Realmente, no deja de sorprender la fuerza huracanada de la tormenta desatada en Miami por los dichos de Guillén sobre Fidel Castro.
El revuelo no es porque Guillén soltó la lengua. Al fin y al cabo, su locuacidad para opinar de todo y sobre todo el mundo es harto conocida, algo que fascina a la prensa, tanto anglosajona como la de habla en castellano.
Lo hace todo el tiempo y en forma desenfrenada. Lo de Castro, por ejemplo, ha eclipsado una entrevista con CBS Sports en la que confiesa que se emborracha tras los juegos fuera de casa.
El desconcierto obedece a la imprudencia del dirigente de los Marlins al decirle a un reportero de la revista Time que adora a Castro y que respeta la capacidad que tuvo para mantenerse tanto tiempo como el gobernante de Cuba.
Fue un error personal de la cosa que yo tenía en mi mente y lo que dije, señaló a modo de explicación. Lo que quería decir en español lo dije mal en inglés, añadió el mentor venezolano.
Si hay un lugar en el mundo donde no se debe hablar bien de Fidel Castro, es Miami. Y mucho menos cuando uno es el mánager del equipo de beisbol de la ciudad, el cual se acaba de mudar a un nuevo estadio en el barrio la Pequeña Habana.
Un estadio cuya construcción costó 634 millones de dólares, costo asumido en dos terceras partes por los contribuyentes, en una transacción que se encuentra bajo la investigación de la Comisión de Valores y Cambio del gobierno federal. Los Marlins decidieron suspender a Guillén por cinco juegos. David Samson, el presidente del club, indicó que el salario correspondiente será donado a activistas pro derechos humanos en Miami.
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