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Vitrina de arte al pasado

Hace diez años se propuso realizar una exposición de personajes de Nindirí, luego la idea fue creciendo hasta llegar a fundar el primer Museo Etnográfico Nacudirí , ubicado a 26 kilómetros de la capital, hoy es una realidad que exhibe la historia, arte, cultura y costumbres de sus habitantes.

Versos de fuego

Coincidiendo en el tiempo con la estancia creativa de Marta Leonor González en la residencia de escritores extranjeros y traductores de la comuna de Saint-Nazaire, departamento de Loira-Atlántico, en la región de los Países del Loira (Francia), Teresa Campos, maestra nicaragüense, leyó a sus alumnos tres poemas de nuestra poeta viajera.

Las hiedras y las veraneras

Estuvo lloviendo durante 98 semanas.
La Luna se puso tan alto en el cielo
que pensé que la gente había desaparecido
y que solo existía la masa de sus sombras.

Mi homenaje a Carlos Martínez Rivas

CMR fue un hombre sin ideas y con muchos pensamientosque tenía el vicio de las rosas.Se despertaba todas las mañanas, se alejaba del amanecery llegaba a la noche con los ojos cerrados.Borraba el horror de la luz, cerraba la caja de la guitarra/ y huía para adentro.Siempre le hizo falta una rosa chintana en el mundo de la/ noche.Sus remos rompieron las cartas de navegación pero llegaban los pensamientos al puerto.Desembarcaban, y se escapaban a los manglares.Y volvían en versos tristes que dormían en las calles, en las/ aceras duras,en el pan desordenado de un ángel humano.Volvían y se iban, buscando el perfume del azul infinito,y lo encontraba en alucinaciones, en el cielo intocato del/ suicidio de su madre,en Charenton, en los barcos ebriosllenos de zorrillas precoces, divinas escuálidas y amores/ imposibles.Y rones, se le venían muchos rones prendidos como una/ soledaden la camisa del alcohólico, del ingrato, del inconforme,del eterno perdedor de felicidades.Detestaba las ideas pero amaba los pensamientos que se/ marchitan en la noche.Y amaba la soledad porque podía buscar la compañía de/ Rubén, de Baudelaire,y de las mil y una Lolitas de Nabokov, desvestidas con el color/ crudo de la carne, que no interrumpían su soledad.