Por Franklin Caldera
Coincidiendo en el tiempo con la estancia creativa de Marta Leonor González en la residencia de escritores extranjeros y traductores de la comuna de Saint-Nazaire, departamento de Loira-Atlántico, en la región de los Países del Loira (Francia), Teresa Campos, maestra nicaragüense, leyó a sus alumnos tres poemas de nuestra poeta viajera.
“Marta Leonor explica Teresa va trenzando el espacio psíquico-interior y el espacio verde del Wawashang, para encontrarse a sí misma convertida en agua (que habla el lenguaje de los árboles), elemento que simboliza vida”.
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Como parte del programa de español que imparte en un Colegio Episcopal para estudiantes destacados en el sur de la Florida, Teresa organiza sesiones de lectura y comentario de poemas, en las que incluye con regularidad a poetas nicaragüenses. Asistí a la sesión dedicada a Marta Leonor en calidad de oyente-invitado.
En el primer poema leído, Con rostro de hoja, piedra y luz (de La casa de fuego ), Teresa advirtió la concepción cíclica Vida/Muerte/Vida: “Aún cuando el espacio del poema es casi claustrofóbico, puesto que se trata del interior de un sarcófago, el sentido del espacio se extiende a medida que el lector advierte que la muerte está generando vida (en su mano las flores, el anillo de zafiro reluce entre escarabajos). Las hormigas, las algas, los grillos son parte del reciclaje de la Tierra”.
La sesión concluyó con la lectura de uno de los poemas cortos más estremecedores de nuestra literatura: Hombre de lejos (de Huérfana embravecida ), en el cual la maestra vislumbra a la poeta y su padre separados por el espacio dialéctico adentro-afuera: “El padre lejos del adentro, representado por el hogar: el árbol de Navidad, los platos y los vasos, se atreve a acercarse con los ojos llenos de lágrimas para irse aún más lejos”.
El drama personal refleja el drama social del padre ausente en tantos hogares nicaragüenses. La imagen final encierra, con esa visión de los opuestos citada por Teresa, una carga de resentimiento atemperada por un amor que no quiere revelarse: “Vendrás a buscarme con la cara pringada de agua y las botas sucias de lodo”.
Durante la sesión sentí la creatividad (la orfebrería) de los poemas de Marta Leonor, en la voz de otra mujer nicaragüense, llenos de imágenes violentas, casi surrealistas, forjados en un entorno donde, con frecuencia, la trascripción de pensamientos que pasan volando se tiene por poesía. Y pensé en Lautréamont: “Bello como el encuentro fortuito de un paraguas y una máquina de coser en una mesa de disección”.
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