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Ricardo Trotti

Guillén, Maradona y Fidel

El mánager del equipo de beisbol Miami Marlins, el venezolano Oswaldo “Ozzie” Guillén, no es el primer deportista famoso en confesar su amor por el dictador cubano. Su frase “I love Fidel Castro” en la revista Time , es similar a la del legendario entrenador argentino Diego Maradona, “Díganle a Fidel que lo amo”, aunque la gravedad de la ofensa de Guillén radica en el contexto en que la cometió.

El derecho a expresar lo que pensamos es un ejercicio complicado. Aunque las leyes amparen ese derecho a decir y hacer lo que sentimos, la libertad de expresión está condicionada por normas éticas de pundonor y sensibilidad, con el fin de que evitemos ofensas y agravios gratuitos.

En EE. UU. donde la libertad de expresión tiene una amplia protección constitucional y la Corte Suprema de Justicia ampara hasta quien quiera quemar una bandera o romper un crucifijo, esos actos están más condicionados legal y moralmente, si se cometieran en un desfile militar de veteranos o en una procesión de Semana Santa, por incitar a la violencia.

Aunque Guillén tiene todo el derecho a decir lo que piensa, como se argumentó en otras ciudades y en el exterior; también se justifica el enojo de muchos en Miami que preferirían verlo expulsado del equipo a que solo le hayan disciplinado con cinco juegos de suspensión sin goce de sueldo. Para muchos, se trata de una leve sanción que no repara la burla ni la ofensa de alguien que trabaja y vive a costilla de decenas de miles de fanáticos beisboleros que fueron perseguidos, torturados, expulsados o que escaparon de la férrea dictadura de los Castro.

Si bien en una conferencia de prensa esta semana Guillén admitió su error e imploró perdón, no muchos quedaron convencidos de darle una segunda oportunidad por temor a las reiteraciones. Es que Guillén como Maradona, tiene un temperamento verborrágico y desafiante, sin diferenciar el hablar con honestidad del ofender con arrogancia. Por eso cuando ganó el campeonato nacional con los Medias Blancas de Chicago en 2005, en vez de celebrar, Guillén gritó “Viva Chávez”, ensañándose contra quienes lo critican por su ideología; una actitud similar a la que adoptó Maradona cuando clasificó al Mundial de Sudáfrica de 2010, quien en vez de exudar alegría, insultó a los periodistas pidiéndoles entretenerse con sus genitales.

En casos como estos, en que las sanciones legales son impopulares y de difícil aplicación, los mejores correctivos son las fuertes medidas disciplinarias. Así el futbolista uruguayo Luis Suárez debió pagar 60 mil dólares de multa y se perdió ocho juegos por hacerle comentarios racistas al francés Patrice Evra en un partido entre el Liverpool y el Manchester United. Al basquetbolista de los Lakers, Kobe Bryant no le fue mejor, tuvo que pagar 100 mil dólares por comentarios antigay contra un árbitro; mientras que la cadena ESPN echó y suspendió a un redactor y un comentarista por hacer acotaciones despectivas contra los asiáticos cuando se refirieron a la sensación de los Knicks de Nueva York, Jeremy Lin, el basquetbolista estadounidense de origen taiwanés.

Está visto que el derecho a la expresión siempre conlleva limitaciones, máxime cuando se trata de figuras públicas o personas con exposición mediática como los deportistas estrellas, cuyos dichos y acciones tienen mayor repercusión entre los más jóvenes. Pero no hay que preocuparse cuando prefieren la verborragia a abrazar causas como las de la Unicef del Barcelona, promover la lectura como la NBA o combatir la drogadicción, ya que sus polémicas son útiles para generar discusión y aprendizaje. Después de todo, el caso de Guillén sirvió para recordar una vez más las atrocidades del régimen cubano.

La expresión sin sensibilidad de los deportistas célebres no es tan preocupante como cuando los gobernantes no se autolimitan, insultando desde sus tarimas a disidentes y críticos. En todo caso, los primeros crean polémica e imponen temas en la agenda social, mientras los segundos solo consiguen polarizar y dividir.

Aunque Guillén como Maradona tiene la virtud de enojar a la gente, es bueno que su caso se contextualice y no se generalice. De lo contrario, corremos el riesgo de que en otros casos, no diferenciemos la delgada línea existente entre exigir autolimitaciones e imponer censura.  

El autor es periodista argentino, director de prensa de la SIP

 


Opinión Fidel Guillén Maradona archivo

COMENTARIOS

  1. zoraidachaves - con S
    Hace 12 años

    POR EL HOCICO MUERE EL PEZ.

  2. Adolfo
    Hace 12 años

    Oswaldo Guillén tiene derecho a decir lo que se le antoje, pero, el exilio cubano en Miami, cuyo respaldo a los Marlins es decisivo, está en su derecho de pasarle la cuenta a este ingrato que muerde la mano que le da de comer. O Guillén es un retardado mental que no sabe medir las consecuencias de sus actos, o es un Castrista-Chavista que, en vez de vivir en el paraíso capitalista que lo hizo millonario, debiera radicarse en Cuba o Venezuela y probar la vida en esos paraísos marxistas.

  3. G.Morraz
    Hace 12 años

    No es mucho lo que puede esperarse de algunos Managers de Grandes Ligas, pues muchos de ellos llegan a esos puestos debido a su trayectoria como jugadores destacados, sin tomar en cuenta su educación. Ese podría ser el caso de Oswaldo Guillén, quien por lo visto ha sido un gran deportista, pero casi siempre que da declaraciones mete las de caminar. Porque una metida de pata como la que dió en Miami, lo pinta como un verdadero ignorante.

  4. El NI K
    Hace 12 años

    El pago que los Marlin y Guillern pueden tener por ser este un bufon es que la fanaticada se ausente de los estadios y entonces es cuando la directiva del equipo cancele los servicios del venezolano chavista-castrista.

  5. Andy Bello
    Hace 12 años

    Es la SUBCULTURA, el fanatismo hediondo izquierdista, y las tapudencias de los venezolanos chavistas, un caso concreto que me cuenta un familar radicado en Los Angeles California, dice que los sandinistas se creen dueños de L.A, allá vomitan su hediondez comunista, hablan de su heroes y martires (ficticios), pero no hablan de las decenas de miles que han sido torturados y asesinados por la dictadura sandinista, esa es la diferencia entre una mente derechista y una cavernaria comunista,

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