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El rey del chorizo

Chorizos mexicanos, alemanes, españoles y un buen chorizo criollo nicaragüense, entre otras delicatessen como jamón ahumado o cortes especiales de carne de cerdo que se sirven en exclusivos restaurantes y hoteles de la capital, provienen de una pequeña fábrica de embutidos ubicada en Ocotal.

Por Róger Almanza G.

Chorizos mexicanos, alemanes, españoles y un buen chorizo criollo nicaragüense, entre otras delicatessen como jamón ahumado o cortes especiales de carne de cerdo que se sirven en exclusivos restaurantes y hoteles de la capital, provienen de una pequeña fábrica de embutidos ubicada en Ocotal.

Aquí, resguardada por el aire segoviano, frente al parque de esta cabecera departamental, se lee un letrero que dice: “Fábrica de embutidos don Octavio”, donde antes solo se olía el negocio del café.

Hoy, después de diez años que Octavio Peralta, veterinario de profesión, incursionó en el arte de la charcutería o tocinería, chacinería o salchichonería, ha creado el negocio familiar que vende estos productos a exclusivos lugares de Managua, y es él mismo quien vigila que sus productos sean cocinados adecuadamente.

“Yo me puedo dar el lujo de decidir a quién venderle porque al final el negocio no es enorme y no me puedo dar el lujo que mis chorizos los preparen mal”, comenta don Octavio.

Su negocio es el único de la localidad, al que todos llegan en busca de un buen chorizo.

Con el tiempo ha logrado que no solo sus manos corten, muelan y embutan la carne. Hoy un equipo de diez personas labora en la fábrica armada con máquinas que solo la visión emprendedora de don Octavio lograba ver.

De la idea al negocio

“Una vez un amigo me dijo que si iba a comprar una máquina para este negocio no pensara solo en las 10 libras de carne que podía hacer hoy, sino que comprara la máquina que procesara la cantidad de carne que yo quería trabajar más adelante, y eso de no comprar solo para hoy me ha resultado”, cuenta don Octavio.

Efectivamente, su idea que inició en la cocina de su casa, moliendo diez libras de carne en una máquina casera y embutiéndola en un metro de tripa de vaca con la ayuda de una botella de plástico, para luego invitar a los amigos a degustar de sus chorizos, le resultó.

“Cuando los probaron les gustaron tanto que querían saber dónde los compraba. Les dije que los traía de Honduras y me encargaban y así yo los hacía y se los vendía, pero un día les dije que yo era el que los hacía”, recuerda don Octavio.

Aunque al inicio no le creyeron, don Octavio les tuvo que demostrar y los invitó a comer nuevamente. Desde ese día el negocio con su nombre empezaba.

De tres o 10 libras de carne de cerdo que procesaba en casa, hoy don Octavio procesa cinco mil libras de carne al mes, cuenta con su propia granja de cerdos, lo que le asegura que, a diferencia de los supermercados, sus chorizos y demás embutidos sean siempre frescos.

Espíritu emprendedor

La familia Peralta ha sido cafetalera de generaciones, sin embargo la crisis del café llevó a don Octavio a pensar en los cerdos.

“En 1990 mi papá me dijo que me viniera con él al negocio de la finca y lo hice… pero luego la crisis del café, cuando cayeron los precios, volvió el negocio no tan rentable”, recuerda don Octavio.

Para el año 2001 la idea de los cerdos se le vino a la mente con ese encuentro de sus cuadernos de la universidad. Y le resultó.

“También tenía que ver el que me gusta cocinar porque me gusta comer bien, así que los chorizos no me parecieron mala idea”, dice don Octavio.

El charcutero

Médico veterinario de profesión. Don Octavio estudió su universidad en Costa Rica en los años ochenta, donde además aprovechó una de sus clases para aprender la charcutería.

Con uno de sus maestros visitaba las fábricas procesadoras de embutidos, donde además de aprender de la labor, llevaba embutidos a su apartamento que compartía con otros cuatro estudiantes.

“También lo hacía para ahorrar. Como me hice amigo de varios trabajadores de las fábricas siempre me daban chorizos, ya con eso almorzabas bien”, cuenta don Octavio.

A sus 48 años y padre de tres menores, don Octavio asegura que ha sido un hombre con suerte.

Su primera suerte fue encontrar en venta una sierra para carne y una máquina embutidora, una compra de mil dólares. Luego encontrar un crédito de 25 mil dólares a baja tasa de interés y arriesgarse a lograrlo.

Además, más allá de sus clases en la universidad este charcutero de Ocotal ha asistido a cursos de charcutería en Colombia y ha participado en ferias en Estados Unidos donde sus chorizos lo han dejado bien parado.

El resto es historia. La fábrica de embutidos crece y según don Octavio “crecerá hasta donde él quiera”.

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“El café sigue siendo un negocio familiar, hemos estado en ello desde siempre y ya hemos tenido premios de la Taza de la Excelencia, pero el negocio de mi vida son los embutidos”.

La Prensa Domingo café chorizo Ocotal archivo

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