CARTAGENA/AFP/EFE
La participación de Cuba en la Cumbre de las Américas y la defensa de la soberanía Argentina sobre las Malvinas evidenciaron las profundas discrepancias entre América Latina y Estados Unidos, pese a la búsqueda del presidente Barack Obama, de una nueva forma de dialogar con la región, según analistas.
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Que Obama escuchase pacientemente a los presidentes reunidos en Cartagena “es importante simbólicamente, señala una nueva disposición. Pero tiene el desafío de mostrar que va a haber un cambio, que los pedidos no solo van a ser oídos, sino tenidos en cuenta”, señaló Mauricio Santoro, experto en relaciones internacionales de la Fundación Getulio Vargas, de Brasil.
Obama se limitó a expresar nuevamente su deseo de un cambio democrático en Cuba, sin ceder a los reiterados pedidos de sus homólogos latinoamericanos para permitir su participación en la siguiente Cumbre de Panamá en 2015.
La ausencia de invitación a Cuba llevó a los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, a anunciar que no asistirán a la próxima cita, sino acude Cuba también.
“El Alba logró imponer el tema de Cuba, y en esta Cumbre vimos a un Obama a la defensiva frente a una corriente de opinión avasalladora”, según Vicente Torrijos, experto en relaciones internacionales de la Universidad del Rosario en Bogotá”, concluyó.
Con esas posiciones, la de Cartagena, podría quedar como la última Cumbre de las Américas.
Riordan Roett, director del programa para América Latina de la universidad estadounidense Johns Hopkins, cree que “no existe ninguna posibilidad de que un presidente de EE. UU. acuda a una Cumbre mientras los Castro estén vivos y no haya una transición hacia la democracia”.
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