Wilder Pérez R.
El cerro Mokorón, en Managua, se hizo famoso hace unos diez años porque ahí se iba a construir una urbanización. Los vecinos lucharon por proteger esa zona boscosa hasta que lograron evitarlo.
Luego vino una pista de motocross y un estadio. Pero lo que los vecinos no esperaban era que una empresa minera se instalara ahí.
El sitio, conocido como “nido de águilas”, pasó de ser un pequeño cerro lleno de árboles a un hueco de 50 metros de profundidad y unas dos manzanas de extensión.
El Centro Humboldt demostró que los dueños de la mina operan de manera ilegal y que el caso no está muerto gracias a los esfuerzos de la Procuraduría Ambiental. A pesar de esto, todo sigue congelado.
Soledad Miranda, especialista en temas de minería, comentó que uno de los principales problemas de Nicaragua es que “es un país joven en cuanto a políticas públicas del sector extractivo”.
La falta de una regulación coordinada y específica, además de una legislación para pequeños mineros, influye en casos como el “nido de águilas”, de acuerdo con Miranda.
Aunque la especialista consideró que es poco probable que la industria minera alcance un desarrollo prominente en el corto plazo, recordó que la minería es uno de los dos principales rubros de exportación, y a pesar de eso, no hay informes públicos sobre los pasivos ambientales que deja esta actividad.
Miranda lamentó la carencia de capacitación en el tema para los profesionales del país.
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