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El Tratado de No Proliferación Nuclear

Por Alistair Burt

La palabra “nuclear” aparece con frecuencia en las primeras planas de los diarios, sea en Teherán, en Tokio o en Túnez. Sin ir más lejos, en las últimas semanas hemos leído acerca de conversaciones internacionales referidas al programa nuclear de Irán y de la preocupación compartida de la comunidad internacional de que este país esté desarrollando un arma nuclear. También hemos visto el lanzamiento de un cohete de la República Popular Democrática de Corea en apariencia el lanzamiento fallido de un satélite, aunque la mayoría sospeche que en realidad forma parte de un programa de armas nucleares. No obstante, al mismo tiempo pudimos observar entre los líderes mundiales asistentes a la Cumbre de Seguridad Nuclear celebrada en Seúl un consenso sin precedentes para combatir mancomunadamente la amenaza del terrorismo nuclear.

El tema de la seguridad nuclear alcanzó las primeras planas el año pasado durante la respuesta masiva a la emergencia derivada del accidente en la planta nuclear de Fukushima, luego del trágico terremoto y tsunami en Japón. Dada nuestra previsión de que la demanda energética mundial va camino de duplicarse para el 2050, y dada la cruda realidad de que debemos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero si queremos evitar los efectos más catastróficos del cambio climático, queda claro que el debate sobre el uso pacífico de la energía nuclear y los riesgos de proliferación de armas nucleares va a continuar. El Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) es un elemento fundamental de nuestro abordaje del debate.

El Tratado, originado en el temor de que la Guerra Fría condujera a una carrera armamentista nuclear, superó las expectativas en aspectos tales como continuidad, participación y cumplimiento de los objetivos de contraproliferación. Actualmente, con 189 Estados Parte, tiene más signatarios que cualquier otro tratado de su tipo. Se presume que los tres países no signatarios —India, Israel, y Paquistán— son los únicos nuevos poseedores de armas nucleares desde que se firmó el Tratado en 1968.

Ha quedado muy atrás la época de la Guerra Fría, y mientras el Tratado siga siendo un importante factor disuasivo de la proliferación de armas nucleares, todos debemos esforzarnos por lograr que evolucione y se adapte para poder combatir las amenazas actuales y futuras a la paz y seguridad internacionales.

Dimos un gran paso hacia el logro de este objetivo en el 2010. Como primera misión en el exterior en calidad de funcionario de la Cancillería Británica, asistí a la Conferencia Revisora del TNP en la sede de la ONU en Nueva York. El resultado fue un importante espaldarazo al multilateralismo. Todos los Estados Parte coincidieron en apoyar el Tratado para poder enfrentar amenazas nuevas y existentes. Se acordó por consenso un plan quinquenal que abarca los llamados “tres pilares” del TNP, avances en materia de desarme por parte de los actuales Estados poseedores de armas nucleares, medidas para prevenir la proliferación de armas nucleares y, como elemento esencial de lo que se negoció en 1968, apoyo al uso pacífico de la energía nuclear para aquellos que lo deseen. Acordar el plan de acción representó el inicio de un proceso. La verdadera prueba será llevar a la práctica el plan de acción para poder cumplir con nuestros compromisos antes de la próxima Conferencia Revisora que tendrá lugar en el 2015.

La reunión del Comité Preparatorio del TNP que se llevará a cabo en Viena del 30 de abril al 11 de mayo será el primer encuentro de Estados Parte para evaluar nuestros avances y seguir adelante a partir del éxito alcanzado en el 2010. Espero que todos los Estados vengan dispuestos a dialogar sobre los avances que hayan logrado y los planes para la implementación del plan de acción del TNP. Me complace que el Reino Unido tenga excelentes noticias para comunicar.

A partir del 2010, el Reino Unido comenzó a trazar planes para reducir sus ojivas nucleares, misiles y su reserva de armas nucleares en general. Entre los Estados poseedores de armas nucleares (China, Francia, Rusia, el Reino Unido y los Estados Unidos), todos ellos miembros del TNP, las reservas nucleares ya registran el nivel más bajo desde la Guerra Fría, y estos Estados se reúnen periódicamente para definir qué esfuerzos conjuntos llevarán adelante para seguir avanzando hacia el objetivo de largo plazo de lograr un mundo libre de armas nucleares. El Reino Unido también ha llevado a cabo una labor innovadora con Noruega respecto de la verificación del desmantelamiento de ojivas nucleares, aspecto fundamental de cualquier régimen futuro de desarme, y este mes fue sede de la primera reunión que haya congregado a los cinco Estados nucleares para tratar este tema.

Asimismo hemos tomado importantes medidas para prevenir la proliferación de armas nucleares. Continuamos apoyando un sistema universal reforzado de salvaguardas para verificar que los Estados cumplan con sus obligaciones internacionales en materia de defensa del régimen de no proliferación. El régimen también se fortalece a través de las Zonas Libres de Armas Nucleares que incrementan la seguridad regional e internacional. En apoyo de este objetivo, el Reino Unido, junto con los demás Estados poseedores de armas nucleares reconocidos por el TNP, alcanzó un acuerdo con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, por el cual los signatarios se comprometen a no utilizar ni amenazar con utilizar armas nucleares contra los 10 Estados Miembros de la Zona Libre de Armas Nucleares del Sudeste Asiático. Asumir compromisos creíbles y vinculantes a nivel internacional es fundamental para generar un clima de confianza entre Estados nucleares y no nucleares. Sumando este último, los acuerdos de este tipo hoy abarcan a casi 100 países. Por otra parte, desde el 2010 el Reino Unido trabaja en apoyo del desarrollo seguro de la energía nuclear civil, y recientemente firmó convenios para compartir sus conocimientos y capacidades en materia de energía nuclear con los Emiratos Árabes Unidos y Kuwait. Luego de los trágicos incidentes en Fukushima, el Reino Unido realizó controles integrales de la seguridad nuclear y analizó su propio futuro energético nuclear, lo que resultó en la identificación de ocho sitios potenciales para el emplazamiento de nuevas centrales nucleares.

En la Conferencia Revisora del 2010, me impactó la voluntad que demostraron todos para fortalecer el TNP. Esto refleja la convicción generalizada de que el TNP es la mejor oportunidad disponible para lograr un equilibrio adecuado en asuntos nucleares: avanzar hacia el objetivo de largo plazo de un mundo libre de armas nucleares, y al mismo tiempo permitir el uso pacífico de la energía nuclear. Es un objetivo con el cual estoy personalmente comprometido. Si fracasamos, corremos el riesgo de enfrentar una expansión descontrolada de armamento nuclear a Estados bandidos y grupos terroristas. Es una responsabilidad común de todos asegurarnos de no fallar.  

El autor es secretario de Estado del Ministerio de Relaciones Exteriores del Reino Unido.

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