Llegando al centro de la ciudad, por el bulevar de la entrada principal de Nindirí, se nota una gruesa corriente de aguas grises, que se une a otras que aparecen por las cunetas de las calles vecinas y que expelen malos olores.
Adentrándose a la ciudad hay que saltar para evitar los charcos que se estancan en algunas esquinas.
Atrás quedó aquel poblado que a finales de los noventa tuvo la distinción como el municipio más limpio de Nicaragua.
La ciudad urge de un proyecto de aguas negras, pues la problemática representa un peligro para la salud pública.
La municipalidad evitó pronunciarse sobre el tema.
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