Por Edgar Rodríguez
“Creo que la gente debería interesarse por la calidad en las pinturas de Salvador Dalí, no en cómo se lleva con su mujer”. La expresión de Jorge Valdano me pareció dura hace algunos años, pero creo que es de vigencia innegable y he llegado a compartirla.
Aun cuando las personas no deberían dividirse en públicas o privadas, porque la integridad se tiene o no se tiene, por lo general intento concentrarme más en apreciar lo que los atletas hacen sobre el campo, que en lo que realizan fuera de este.
Es así, por ejemplo, que he llegado a apreciar lo que Román “Chocolatito” González muestra en el ring, donde se expresa muy bien a través de su excepcional talento, que lo ha llevado a atrapar dos coronas y el cariño de gran parte de los nicaragüenses.
Pero cuando las diferencias con sus manejadores trascienden y son ventiladas en una conferencia de prensa, como se dio el miércoles, entonces siento el compromiso de opinar en aras de sugerir un arreglo y evitar una desgastante batalla.
Desde afuera, lo que se aprecia es un serio problema de comunicación. Román fue a pelear a California y no se le explicó que a su bolsa se le retendría el impuesto estatal y el federal, por tanto no iba a recibir de entrada lo que establecía la bolsa.
Pero supongamos que no sea ese problema. Que haya más de fondo. Entonces es más urgente hablar. Porque Román necesita borrar todas las distracciones que se han levantado a su alrededor y concentrarse más en lo que mejor hace: apalear rivales.
Sería una pena que un púgil del calibre de Román llegara a afectarse por el clima de desconfianza que le rodea en este momento. Ahí lo mejor es hablar y claro.
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