Notas clásicas
Vale más un verso de la Oración por Marilyn Monroe , la muchacha que saltó del mostrador de una tienda a la gloria superficial, porque ahí revela las dosis de su sensibilidad arrodillado en la tierra por una desdichada y no ante el pontífice.
Pongo a dos poetas en el rango de los diferentes estilos y circunstancias, pero los dos igualmente ministros del poder: Milton, de Cronwell, y Ernesto Cardenal, de la revolución. Admiro al Milton de E l Paraíso Perdido , inmortal por esa creación y no por haber sido burócrata. Al Cardenal que siguió los pasos de Racine en sus pasiones divinas y de Ezra Pound en la salmodia. A Cardenal se le perdió su revolución, a Milton su paraíso.
En todo el barro que sus detractores le han querido echar, su poesía sale incólume no solo desde el pretérito epigramático sino en el presente cantado con realismo, seguido por las generaciones ante las cuales ha exteriorizado el lenguaje de la calle, en denuncia con vestuario de lira sencilla. Por eso le calza el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, porque la suya —anchurosa— trasciende en todos los relieves.
Ver en la versión impresa las páginas: 7 B