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La difícil tarea de seleccionar una carrera universitaria

Marvin Jiménez Ruiz

Recientemente una de mis estudiantes de segundo año de UCC Campus Matagalpa, muy preocupada me consultó sobre la posibilidad de cambiar de carrera, bajo el argumento de mejores opciones de trabajo. Como ella y no importando el año que cursen, miles de estudiantes universitarios tristemente toman esa decisión.

No cabe la menor duda lo difícil que significa para cada bachiller la elección de una profesión. Hoy en día y ante la masiva oferta de carreras universitarias, los estudiantes se muestran indecisos, temerosos, presionados. La confusión es total, sobre todo cuando no se cuenta con adecuada orientación vocacional y se desconocen los ejes de desarrollo del país.

Una mala decisión de que estudiar es un golpe brutal a la economía familiar. Imaginemos el caso de una joven que cursando el tercer año de un centro privado, con un arancel mensual de noventa dólares, decide rotar de carrera. Eso significa una pérdida de casi cuatro mil dólares, pues incluye gastos de pasaje, alimentación, fotocopias, libros, renta de apartamento, entre otros. Y eso no es todo, deberá esperar casi tres años más para concluir con su formación profesional.

Desde mi gestión universitaria, he identificado al menos cinco razones de la rotación estudiantil por carreras: falta de información de los perfiles, planes y programas de estudio, presión de la familia por carreras de preferencia, mantener la relación de amigos y pareja, inclinación por las llamadas “carreras de moda” y “carreras fáciles”, falta de autoevaluación de los jóvenes para reconocer sus formas de vida con sus debilidades y fortalezas.

Esta realidad se vuelve más atormentadora si se emigra no solo de carrera, sino también de universidad. Eso implica la convalidación de asignaturas, pago de traslado, adaptación al nuevo ambiente universitario y la depresión que representa para cada estudiante el tiempo perdido ante la urgente necesidad de inserción laboral.

Y aunque existen ferias y test vocacionales de los centros de secundaria y universidades, falta mucho por hacer. Debemos estructurar un programa que permita a cada bachiller tomar la mejor decisión, presentándole información clara, no engañando con programas de estudio inflados y sin visualizar el ejercicio de cada carrera, es decir las actividades y campo laboral.

Debemos reconocer los esfuerzos desarrollados por las instituciones miembros de la Asociación de Universidades Privadas de Centroamérica y Panamá (Auprica Capítulo Nicaragua), que en los últimos cuatro años han unido esfuerzos para que cada bachiller cuente con una vasta información, desarrollando asesoramientos vocacionales, visitas guiadas, conferencias especializadas, talleres académicos, intercambio de experiencias y acompañamiento pre universitario.

Los esfuerzos de Auprica se centran además en ampliar las prácticas de campo, familiarización y de profesionalización de sus estudiantes, quienes conocen más de cerca las competencias que demandan las organizaciones. También se cuenta con registro de sus graduados y las actividades profesionales que desarrollan.

A propósito de la discusión del 6 por ciento que reciben las universidades públicas, considero fundamental que estas instituciones encargadas de ratificar cual es la carrera para cada estudiante, brinden información clara sobre la deserción estudiantil y cuántos de sus profesionales están cumpliendo su sueño de ser hombres y mujeres apasionados por los conocimientos adquiridos de sus catedráticos.

El autor es director de Relaciones Públicas UCC.

Opinión
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