José Adán Silva
Entre 1990 y 2006, Nicaragua perdió un promedio de 183 millones de dólares anuales por actos de corrupción.
El daño provocado a las finanzas nacionales por el fenómeno en ese período, fue equivalente al 4.8 por ciento del Producto Interno Bruto, más de lo que se destina anualmente en el presupuesto nacional para Educación.
Poca transparencia. Acceso restringido a la información. Concentración del poder y discrecionalidad. Frenos o equilibrios débiles o inexistentes. Partidismo en los sistemas regulatorios.
Sistemas débiles de supervisión y aplicación de la ley. Debilidad de la Sociedad Civil y baja participación. Cultura de tolerancia a las prácticas corruptas.
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La situación no ha variado desde 2007 hasta 2012, pero las formas de corrupción sí han cambiado de forma en cada gobierno, según revelan los estudios Mapas de corrupción en Nicaragua y Un enfoque sistémico para el análisis de la corrupción en Nicaragua , realizados por el Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (Ieepp) y el Centro de Investigaciones de la Comunicación (Cinco).
El analista independiente de transparencia y probidad, Jorge Antonio Toledo, coincide con los estudios en el sentido de que Nicaragua sigue siendo terreno fértil para las malas prácticas en el sistema público y privado. Esto debido a que aún imperan en el Estado y sus instituciones públicas las mismas estructuras históricas que han gobernado a la Nación desde 1990, pese a los cambios de gobierno. “Quien llega roba, a su modo, pero roba”, comenta Toledo.
El estudio Un enfoque sistémico para el análisis de la corrupción , refiere que desde 1990 hasta 2011 se mantenían vigentes las tres características estructurales que han permitido la corrupción.
“El predominio de un Estado patrimonial, caracterizado por el uso que los grupos de poder hacen de la función pública, manejándola a su gusto y antojo, para obtener beneficios personales o de sus socios económicos o político partidarios” es una característica.
La otra es: “El proceso de construcción de las instituciones públicas en Nicaragua, además de que ha sido lento, se ha caracterizado por su fragilidad. Cada cinco años, con el cambio de gobierno, el aparato estatal se sacude, los ministerios se reorganizan tanto en sus funciones como en la composición de sus recursos humanos”.
“La corrupción se ha convertido en una práctica frecuente entre las élites y grupos de poder, en instituciones públicas y privadas, como un medio para obtener beneficio económico, como herramienta de negociación del conflicto político o como moneda de intercambio de cuotas de poder en los pactos y componendas entre partidos”, citan.
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