Uno de los peores momentos para un padre y una madre de familia es ver pasar a su hijo en una camilla rumbo al quirófano para ser operado por alguna enfermedad en el corazón. El tiempo se vuelve interminable, se le hacen nudos en la garganta y la angustia es devastadora. La vida de esa criatura está en las manos de Dios y el médico. Pero al menos se ha llegado a ese punto.
Sin embargo, hay otros niños que ni siquiera tienen esa posibilidad, muy a pesar de que para los padres de familia los hijos lo son todo, y somos capaces de cualquier cosa por protegerlos y verlos sanos, sonrientes, vigorosos, llenos de vida. Desafortunadamente las enfermedades también forman parte de la dinámica de la vida de los seres humanos y cuando estas golpean a nuestros hijos, los padres sentimos una enorme impotencia porque deseamos curarlos en el momento. Pero no ocurre así.
El Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) ha dado un paso de enorme trascendencia en la vida de los hijos de los asegurados y por supuesto, en la de los padres de familia de estos menores. El convenio firmado entre el INSS y el Hospital Central Managua permitirá realizar cirugías a corazón abierto. Asimismo, es oportuno resaltar que el INSS también ha establecido convenio con el Hospital Vivian Pellas para recibir asegurados con diagnóstico de afectaciones cardíacas que necesitan un cateterismo, un marcapasos, entre otras cosas.
Indudablemente que este pequeño paso en la atención médica de nuestro país parece enorme frente a las históricas deficiencias que tiene la salud pública en diferentes especialidades, sobre todo, con enfermedades cuyos tratamientos son impagables para los asalariados que teniendo un ingreso fijo, no son elegibles para un financiamiento que le permita salvar a su hijo. Y peor aún para quienes no tienen un empleo fijo y son de escasos recursos. Seguramente estos padres de familia sienten que el mundo se les viene encima y simplemente ven impotentes cómo la vida de sus hijos se apaga lentamente.
Es oportuno resaltar que a pesar de la existencia del Centro Nacional de Cardiología se necesita mucho más que eso, sobre todo, especialización de nuestros médicos en países donde están avanzados en esta materia. Asimismo, se requiere inversión en infraestructura y tecnología de última generación. Naturalmente que todo esto pasa por una visión de país orientada a la mejoría de la salud pública, con el valioso aporte de los centros médicos privados y de los mismos especialistas con voluntad de recorrer una milla extra por el corazón de los niños.
Seguramente este tipo de atención médica hará que muchos niños vuelvan a sonreír, a jugar, estudiar y compartir con sus padres momentos lindos. Ya no habrá más taquicardias ni horribles crisis que hacen que los padres de familia salgan corriendo de sus trabajos para trasladar al menor a un hospital para que lo atiendan de emergencia. Ya no habrá días de angustia para los niños que no juegan o comen poco porque la enfermedad del corazón los tiene agobiados. Ya no existirá esa profunda tristeza en los padres de familia por saber que la operación de uno de estos angelitos cuesta miles de dólares que un asalariado no puede pagar.
Pero la tarea apenas comienza porque hay otra cantidad de niños en Nicaragua cuyos padres no tienen empleo y también padecen enfermedades del corazón. Por eso es necesario una mejor atención de Cardiología Infantil en el Ministerio de Salud (Minsa) o una Fundación de Cardiología Infantil que de manera gratuita atienda a los menores de escasos recursos que no tienen Seguridad Social y no tienen acceso a los servicios médicos de alta calidad y tecnología. En el caso de las unidades médicas del Minsa que ya tengan este servicio, pues el Gobierno central tendrá que disponer de mayor presupuesto para atender más y mejor a los niños.
Que así se actuara en las distintas esferas de nuestra nación, la realidad de los nicaragüenses fuera otra. Sin mezquindades ni avaricia, sin corrupción ni intenciones malsanas contra quienes no profesan las mismas ideas. Pero debemos tener la esperanza de que esos niños que “volverán a nacer” harán una Nicaragua diferente a la que hoy vivimos porque tendrán un corazoncito sano.
Ver en la versión impresa las páginas: 10 A