14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
Alejandro Serrano Caldera

El pensamiento ante la crisis

Se habla con frecuencia de la crisis del mundo contemporáneo, la que por sus dimensiones convendría tratar de identificar en sus principales características, prever aunque sea de manera aproximada sus efectos, y presentar algunas ideas alternativas a la situación, que en términos globales se vive actualmente.

Aunque son múltiples los aspectos en que ella se manifiesta, es necesario destacar aquellos que podrían estimarse fundamentales, y precisar, hasta donde sea posible, su naturaleza y alcances. Considero que en términos generales se ha venido produciendo una ruptura de las bases que han sustentado la estructura económica, social, política e ideológica de la sociedad contemporánea, sin que hasta el momento se haya dado una sustitución de la misma en la práctica, ni la conformación, dentro del sistema, de una idea o pensamiento alternativo capaz de constituirse en una propuesta de nueva opción, cuyos alcances puedan ser sujetos de discusión y análisis conceptual y de comprobación ante los hechos concretos que la realidad determina. Los cambios desintegran lo que hay sin que las nuevas situaciones que van surgiendo de ellos lleguen a constituirse en una forma organizativa que sustituya a la anterior, pues es un conjunto de hechos que se conduce en forma anárquica y no responde a una lógica sino a desenfrenados intereses particulares de enriquecimiento de personas y de grupos.

Al analizar esta característica general, convendría tomar en cuenta, entre otros, cuatro aspectos fundamentales en los que la crisis de nuestro tiempo se manifiesta: el capitalismo financiero especulativo, la democracia y el Estado de Derecho, las consecuencias de la globalización, y el impacto de la revolución tecnológica.

El capitalismo financiero especulativo transnacional ha roto las reglas establecidas por la misma economía de mercado y el sistema de producción y consumo. Sus referentes ya no provienen necesariamente de la libertad de empresa, ni de las supuestas bondades de la privatización de la salud, la seguridad social, la educación, la banca, entre otras instituciones, ni de los ajustes estructurales de las economías nacionales, aplicados como recetas universales, sin tener en cuenta identidades y situaciones específicas económicas, financieras, sociales y culturales, ni del pensamiento económico de los teóricos del neoliberalismo, que hicieron del mercado la divinidad monoteísta e idolátrica de nuestro tiempo, del Estado un facilitador, y de la ética una verdad empírica, para la cual lo que es debe ser y lo que existe está justificado por el hecho mismo de su existencia.

Estas ideas y prácticas que sirvieron de justificación teórica a la globalización, al neoconservatismo y al neoliberalismo cuando proclamaron la era de la postmodernidad y de la postpolítica, han dado paso a una conducta que no necesita justificarse desde la ética, la filosofía y el derecho, pues viene animada exclusivamente por el afán desmedido de lucro, la especulación sin límites que hace de las deudas, muchas veces impagables por falta de recursos, la base de un capital que ha llevado a la crisis hipotecaria, inmobiliaria financiera, monetaria y económica, en general, y al sistema a uno de los mayores problemas de su historia.

La democracia y el Estado de Derecho han sufrido también las consecuencias de la idea del totalitarismo de mercado debido a que se proclamó la era de la postpolítica en la cual el Estado devenía un mero facilitador de los mecanismos del mercado, negándosele la naturaleza y facultades que la filosofía política le ha atribuido al considerarlo como la sociedad jurídica y políticamente organizada, y al definir el poder como expresión de la soberanía y la voluntad popular, ejercido de acuerdo con la Constitución y las leyes, expresión del contrato social que establece los derechos y deberes del poder y de los componentes de la sociedad.

La teoría del Estado facilitador fue una reedición del Estado abstencionista del siglo XIX, que concluyó cuando se reconoció el derecho que le corresponde de participar en la regulación social y económica, de conformidad al marco jurídico e institucional establecido. El Estado y el Derecho fueron considerados meros subordinados al mercado, sin más atribuciones reales que las de contribuir a mantener el clima y las condiciones que favorecen la inversión y el funcionamiento del mismo.

La globalización dentro de este cuadro general significó la reafirmación del capitalismo corporativo transnacional y el establecimiento de medidas generales sin atender condiciones históricas específicas de los países a los que se aplicaban. Junto con el fenómeno de la globalización, y posiblemente como una reacción al mismo, se produjo su antítesis que fue el recrudecimiento de las posiciones fundamentalistas de grupos religiosos, políticos y etnoculturales.

La revolución tecnológica, a su vez, produjo la inserción de las ideas jurídicas y políticas del mundo occidental en otras culturas y naciones, junto con los elementos que caracterizan la crisis mundial, particularmente en la Eurozona, lo que ha llevado al derrocamiento de dictaduras tradicionales, sin que se perfile, como en ningún lado ocurre aun, una idea clara de las posibilidades de un cambio cualitativo en la estructura política, económica y social.

Todos estos factores mencionados conforman la crisis de nuestro tiempo, en la que se mezclan, tanto la búsqueda de aplicación de principios democráticos occidentales en países que han carecido históricamente de ellos, como la crisis ética y financiera del sistema, junto con la terrible consolidación del poder del narcotráfico y el debilitamiento de las estructuras jurídicas e institucionales.

Es un mundo en el que no está consolidada una forma particular de organización y en el que aún las expresiones surgidas del capitalismo corporativo transnacional, asentado sobre el absolutismo del mercado, han cambiado ante los hechos y situaciones producidos en los primeros años del siglo XXI, sin que hasta el momento se pueda percibir un modelo organizativo y axiológico determinado.

Esta situación de indefinición caracteriza nuestro tiempo, y en ella no se perfila de manera clara todavía ni una práctica concreta, orientada a producir una nueva forma de organización y coexistencia, ni una filosofía política que proponga las ideas a partir de las cuales tome forma una nueva situación que sustituya la indeterminación del presente.

Pienso que deberían recuperarse las ideas del Estado Social de Derecho y de la economía social de mercado; fortalecer la idea y práctica de ciudadanía que sirva de base a una verdadera democracia; llevar a la práctica el pensamiento del desarrollo humano sostenible surgido de la Organización de Naciones Unidas, y con él trabajar para establecer el acceso amplio a todas las oportunidades; eliminar la discriminación y remover las desigualdades; orientar el desarrollo en un sentido ético hacia fines sostenidos por valores fundamentales a la libertad y dignidad de la persona; pensar en el crecimiento económico y especialmente en el mecanismo de distribución de los beneficios, pues el propósito del desarrollo no es el crecimiento, que es un medio, sino el mejoramiento de la calidad de la vida que es el fin, sin olvidar que lo esencial es el fortalecimiento de la ciudadanía como base y principio de la democracia, de la cual el ciudadano debe ser no solo partícipe y beneficiario, sino constructor y artífice de ella.

De manera particular es absolutamente necesario el reconocimiento y práctica de la interculturalidad, sin la cual es imposible la construcción de un mundo más justo y humano.  

Jurista, filósofo y escritor nicaragüense.

Columna del día Opinión crisis pensamiento archivo
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí