Después de ver lo que nos pasó con el waiver de transparencia fiscal, que nos fue negado por la corrupción del gobierno orteguista que no respeta ninguna ley que se atraviese en el camino de sus propósitos (situación que todos los funcionarios de todos los poderes del Estado aprovechan para llevar agua a su propio molino), es más fácil suponer qué pasará con el waiver de la propiedad, referido a ciudadanos estadounidenses que fueron confiscados por el primer gobierno orteguista de los años ochenta, aunque hayan adquirido la nacionalidad hasta después.
Si el gobierno de Obama otorga el waiver de propiedad tendrá que explicarle a sus votantes por qué Estados Unidos entrega dinero a un país que se declara hostil, como lo hace Ortega en sus discursos; que es amigo de Irán, Cuba y Corea del Norte y simpatizante de regímenes como los de Sadam Hussein, Mohamed Gadafi y el actual régimen de Siria; que como país del Alba se excluye del TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) que tiene como objetivo la unidad de todos los países de América ante el ataque de cualquier potencia no americana; que no respeta la democracia basada en la igualdad de todos ante las leyes y que no respeta la Constitución, porque para los gringos su Constitución es sagrada y por eso tiene 234 años de existir y de ser respetada.
Nicaragua no es una prioridad para el gobierno de Estados Unidos, pero sí lo es demostrarle a la opinión pública que están dispuestos a defenderse de cualquier amenaza externa. De manera que las razones por las que se negó el primer waiver son las mismas con esta segunda dispensa. Si Obama otorga el waiver, pierde las elecciones.
Al no contar con el apoyo de los Estados Unidos, los organismos financieros internacionales, que son controlados por Estados Unidos (y no por su linda cara sino porque el que pone el dinero es el que manda, como ha sido siempre), tampoco otorgarán préstamos.
Después de que Ortega se ha ocupado de espantar toda la cooperación internacional, solo quedaría la cooperación venezolana, que en su mayor parte no aparece en el presupuesto nacional y es manejada discrecionalmente, como suele hacerse con el lavado de dinero. Si muere Chávez y/o el chavismo pierde en Venezuela, también se acabarían los fondos del Alba.
La situación podría ser tan grave como para llevarnos al caos económico y por consiguiente a un estallido social. Si esto llegase a ocurrir no será culpa de Daniel Ortega, sino de todos los nicaragüenses que le permitimos llevarnos al abismo, en especial de los políticos que dicen ser demócratas, pero no defienden la democracia y que dicen ser de oposición, pero no lo han demostrado en el terreno.
El autor es Cirujano General
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