Lucía Vargas
El parque de Nandaime, ubicado junto al atrio de la iglesia Santa Ana, es objeto de preocupación por parte de los pobladores, feligreses y hasta de las autoridades religiosas, porque se ha convertido en un mercado.
Venta de frutas, perecederos, alimentos cocinados, quesillos, gaseosas y otros, se pueden encontrar a lo largo de la acera norte del parque, mientras en el centro hay una especie de restaurante y a un lado, frente al palacio municipal, funciona una caseta donde venden gaseosas y chucherías.
Se paga recolección de basura, poda de la grama y otros. Admitió que los vendedores causan daños colaterales al sitio, aunque justificó que ante la falta de empleo se ha permitido a algunos vendedores, pero dijo que se tiene pensado hacer reordenamiento en el mercado para abrir otros locales y llevar a toda la gente que está en el parque y en la acera de la Iglesia.
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En la esquina sur de este parque permanecen nueve lustradores bajo una caseta que fue construida con el fin de brindarles condiciones, sin embargo los pobladores se quejan que ahí se toma licor e incluso usan el sitio para esconderlo.
Otro aspecto negativo que tiene el parque es que los jardines lucen atestados de platos y vasos descartables, hay botes rebasados de basura en la acera frente a la Casa Cural y en la acera norte. Las bancas y pisos lucen deteriorados y sucios.
La pobladora Aura María Bustamante dijo que penosamente el parque ha ido perdiendo su función como espacio de recreo, de paseo y de esparcimiento, ya que el comercio que se mantiene ahí propicia la presencia de personas non gratas, que causan inseguridad, tanto de día como de noche.
POR LAS FIESTAS
En este momento el parque luce abarrotado por toldos y ventas de gaseosas y cervezas, por las fiestas patronales que comenzaron este domingo. Elmer Chavarría, director tributario, dijo que las ventas de artesanías y otros fueron aprobadas por el período de fiesta. Sobre los vendedores permanentes indicó que son parte del comercio informal.
Monseñor Juan Moreira, párroco de Nandaime, hizo una reflexión desde el púlpito. Dijo estar claro que hay necesidad de empleo, pero cree que deberían de adecuar casetas agradables a la vista, porque se ve un feo espectáculo que más bien refleja pobreza y dijo que las ventas en la acera del templo deben controlarse.
Evaristo Gómez Jiménez, director de Servicios Municipales de la comuna, admitió que tuvieron que coordinar con la Policía para ejercer control en el consumo de licor por parte de los lustradores y otras personas allegadas a estos.
Dijo que este año se les reparó la caseta, se le puso techo nuevo y se pintó para que se vea limpio, lo mismo ocurre con las bancas y parque en general. “Todos los años antes de Navidad pintamos el parque, damos mantenimiento a las luminarias y en el atrio de la Iglesia también asumimos las luminarias”, explicó.
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