Cuando hablamos de impuestos o de tributos, generalmente, esto produce escozor y malestar en las personas y en los ciudadanos del mundo. Eso es común, donde uno no sabe lo que sucede con su dinero, o su aporte para producir servicios colectivos. Pero, cuando un ciudadano sabe lo que se hace con su dinero, más bien siente orgullo de ser contribuyente al desarrollo comunitario.
En Nicaragua, todos pagamos impuestos, los pobres más que los ricos, los excluidos más que los grupos de poder político, los amigos del gobierno pagan menos que los habitantes comunes. Muchos empresarios piden y piden exoneraciones, dispensas, y devoluciones tributarias, mismas que no se merecen y que además, están obligados a contribuir por la Ley de la República de Nicaragua.
En estos días que la agenda política y social está cargada de asuntos tributarios, deseo expresar mi opinión sobre la política fiscal en Nicaragua. La práctica ha sido regresiva siempre. Es decir, los que ganan poco o menos pagan igual o más que los que tienen mejores ingresos. Por lo tanto, los que ganan más pagan menos. No hay justicia tributaria. Por eso no es extraño que haya empresarios muy enriquecidos que dicen estar muy bien en el país, y con la administración pública, sencillamente porque no pagan impuestos, son exonerados o les permiten evadir su responsabilidad ciudadana de pagar impuestos.
Algunas personas afirman que no pagan impuestos, que como son pobres no pagan impuestos. Eso es una equivocación provocada por la ignorancia y el desconocimiento. Todos pagamos impuestos. Cada nicaragüense paga impuesto por tomarse una gaseosa, paga cuando utiliza la energía eléctrica, al ver televisión, escuchar la radio, al transportarse en un bus, en un taxi, estamos pagando impuestos. Cuando compramos una camisa o un pantalón en el Mercado Oriental, estamos pagando impuestos. Lo que sucede es que son impuestos que no los vemos están ocultos y se han aplicado en el origen del proceso de circulación de las mercaderías en el mercado local. Pero, el consumidor final siempre lo paga.
Todos pagamos impuestos. Todos somos tributarios. Es por eso que debemos estar atentos e interesados en lo que se discute y en lo que finalizará siendo la política fiscal en el país. La tributación no es un asunto de empresarios o de ricos e intelectuales solamente. Por el contrario, las ideas y propuestas que la administración Ortega/Hallesleven llama concertadas, deben ser de interés nacional, de preocupación ciudadana, recordemos, es nuestro dinero, hablamos de ese poco dinero que tenemos en los bolsillos, de eso están hablando estos señores.
Los impuestos, se convierten o deben convertirse en los recursos financieros y económicos que el Gobierno debe administrar únicamente para destinarlo en servicios públicos. Es decir, en servicios para la comunidad, o mejor dicho, servicios para todos y todas, no para algunos beneficiados exclusivos. Deben convertirse en servicios de salud, de mejor educación, de mas viviendas, de energía limpia, en calles, caminos, carreteras, seguridad ciudadana, seguridad social, limpieza de la basura, medicinas, vacunación, alumbrado público, en eso debe invertirse los impuestos, para que la política fiscal no cause escozor en los contribuyentes.
El autor es sociólogo e investigador social
Ver en la versión impresa las páginas: 10 A
