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Moisés Absalón Pastora

Periodismo y dignidad humana

En Nicaragua cualquiera puede ser periodista. Basta que un atrevido grabadora en mano y sin baterías o con una libreta —aunque no sepa escribir —se acerque a quien esté dando una declaración para creer la mentira de que tiene a su alcance un reportaje y que eso lo convierte inmediatamente en periodista.

Décadas atrás así empezaron los que ahora son los grande en esta profesión o en este oficio pero además eran autodidactas y devoradores de libros que almacenaban en la memoria enormes anaqueles de cultura general, bellas artes y cualquier cosa que documentara y sacara brillo a las noticias o editoriales. Había que ver la clase de formación que tenían aquellos grandes señores que siendo empíricos en su natural vocación eran aceptados y creídos por la sociedad.

Aquellos periodistas eran personalidades y quienes entraban en relación con ellos los trataban con altas dignidades y les abrían puertas, aún así estuvieran en la antesala de la oficina del funcionario más criticado del Gobierno. Esos personajes ganaban plata. No eran muchos pero ganaban plata y eran viajeros del mundo sin que les costara un centavo porque las invitaciones sobraban.

Ahora hay cualquier cantidad de periodistas y de medios y es que la sociedad y el país han crecido y aunque la demanda por la información es mayor su contenido se quedó pequeño por muchas razones: la principal es que se perdió el ingrediente humano para tratar la noticia, perdimos de vista el daño irreparable que podemos causar. Hoy es común escuchar a las personas decir que viven tranquilas porque no oyen, no leen, no ven noticias. Es decir hoy somos una causa fundamental en el desequilibrio anímico del país y de los ciudadanos y de ahí lógicamente que sobren los que en vez de atendernos nos tiren las puertas en nuestras narices.

El periodismo nicaragüense ha perdido la sutileza de antaño porque entre otras razones su formación fue masificada. Ahora vivimos en crisis y el oficio está llevando a muchos a la indigencia porque son centenares los que egresan de cualquier universidad de garaje. Estos muchachos cuando salen a la calle se estrellan con una realidad distinta a la que conocieron en los recintos y una gran cantidad se queda en el intento de arrancar porque penetrar las fuentes en medio de tantos, en la búsqueda del mismo fin, es una tarea titánica que toma años.

Técnicamente el periodismo tiene parámetros que más que doctrinales son éticos. El periodista debe entrevistar no interrogar; debe tener en cuenta que nuestro interlocutor es una persona, no un enemigo. Debemos realizar que somos demasiado importantes; que el país depende de nosotros y que no debemos creer que somos la última Coca Cola del desierto, pues estamos en este apostolado para contribuir a la construcción de una sociedad más sana en la que no solo nosotros vivimos.

Menos mal que aún sobrevive aquella máxima: “Nombres hacen noticias”, lo que significa que aún el ciudadano puede encontrar en algunos una fuente creíble con la cual informarse. El autor es periodista y escritor.

Opinión dignidad Nicaragua periodismo archivo
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